22 de agosto de 2005

El contacto

El vagón estaba lleno. Rep viajaba en el asiento de enfrente leyendo un Página/12. Cuando se dio cuenta de que yo, desde el otro lado del pasillo, movía la cabeza intentando leer la tira que él había escrito y dibujado el día anterior, cerró el diario y lo puso a un ángulo de noventa grados del suelo para entregarme una mejor visión de la contratapa.

Nos levantamos los dos en la siguiente estación, fuimos codo a codo hacia los molinetes, subimos la escalera, salimos a la calle al mismo tiempo y caminamos juntos hacia la esquina más alejada. En todo el trayecto no nos dedicamos ni una sola mirada de complicidad; el contacto ya se había hecho de manera subterránea.