25 de febrero de 2010

22 de febrero de 2010

El tsunami de Palermo-Villa Crespo

El viernes fui testigo de cómo una ola gigante pasaba por encima del puente de Juan B. Justo. Después lo comenté en Twitter, y al día siguiente me llamaron del diario Miradas al Sur para ver si podía escribir algo al respecto. Esto es lo que salió publicado el domingo:

En primera persona
Por Ignacio Molina

El viernes presencié algo que no voy a olvidar. Antes, hacia las cinco y media de la tarde, en la editorial donde trabajo se había cortado la luz durante un segundo, tiempo suficiente como para que las computadoras se apagaran y mis compañeros se tomaran la cabeza y pusieran las miradas en el techo. Yo fui hasta la ventana: afuera llovía en diagonal, y esa cuadra de Córdoba, entre Godoy Cruz y el puente de Juan B. Justo, había dejado de ser un desfile de autos y colectivos para transformarse en un arroyo de agua sucia sobre el cual estaban a punto de flotar decenas de coches inmóviles. Desde el balcón de ese segundo piso se veían los locales inundados de enfrente, a gente que caminaba con el agua hasta la cintura, y a unos policías metropolitanos que desde sus ridículos patrulleros varados ya no podían hacer nada. Poco después, me llamó la mamá de mi hijo para preguntarme si podía ir a quedarme con él hasta que ella llegara a su casa: desde hacía una hora y media estaba en un colectivo 93 que daba vueltas por la ciudad intentando cruzar Juan B. Justo. “Tengo que ir a por mi hijo”, escribí en mi Twitter, “si me electrocuto o me ahogo, Mauricio se llama el asesino”. Pero antes de bajar tuve tiempo de ver, desde el balcón, lo que ahora intento describir: una ola gigante, una inmensa masa de agua que apareció por la cortada paralela a las vías y superó en altura al puente de Juan B. Justo. Mi cara debe haber reflejado lo mismo que las de mis compañeros: pánico y asombro. Algunos pensaron en un desborde apocalíptico del Río de la Plata. Yo recordé las nubes de polvo que recorrían las calles de Nueva York tras la caída de las Torres Gemelas. Segundos después, pasó un tren desde Pacífico. El agua habría sido movida por la máquina. Aunque -por la distancia hasta las vías y la magnitud del oleaje- todavía no puedo explicarme cómo. Lo cierto es que entre la naturaleza y autoridades municipales me regalaron la visión de un fenómeno irrepetible que no podría encontrar en ningún destino turístico: un mini tsunami cubriendo el puente que une Palermo y Villa Crespo.

*
(Hoy apareció este video en Youtube. Está filmado desde el otro lado del puente, y registra el momento del rompimiento de la ola. Lo que pude ver yo -el armado y el alzamiento de la ola hasta su punto más alto- fue aún mucho más impresionante)

19 de febrero de 2010