30 de enero de 2006

Lecturas

Como buena señora veraneante en Punta del Este y visitante esporádica de las librerías Yenny, mi mamá trajo a estas playas Las viudas de los jueves, de Marcela Piñeyro, y El lago (creo que se llama así), de Paola Kaufman, novelas ganadoras de los premios Clarín y Planeta respectivamente. De ninguna de las dos pude pasar de la página veinte, pero en cambio sí leí en dos tardes Tuya, el libro anterior de Piñeyro, una novela policial bastante entretenida.

Yo traje algunos libros para darles una primera lectura y otros para releer:

Diarios, de John Cheever.
Fotos movidas, de Damián Tabarovsky.
Hidrografía doméstica, de Gonzalo Castro.
El pornógrafo, de Juan Terranova.
Historias higiénicas e Igor, de Federico Levín.

En la pequeña biblioteca del departamento que alquila mi mamá hay varios libros en francés (parece que la dueña es francesa), otros de derecho (parece que el tipo es abogado), varios de cuentos infantiles y de autoayuda para padres primerizos (parece que tienen un hijo pequeño), uno de Daniel Stell, uno de Coelho (Paulo, claro, no Oliverio), y Pulp, la novela pseudo policial de Bukowsi publicada tras su muerte. Me llamó la atención ver el lomo de ese ejemplar de la colección blanca de Anagrama, pero enseguida, al leer la dedicatoria manuscrita, aclaré la situación:

Para Patxi con cariño, este libro que traduje con mi amiga Txano y que espero le divierta y entretenga en las horas muertas. Un gran beso. Cecilia. Madrid, 25/11/1996.

Efectivamente, la novela fue traducida por Cecilia Ceriani y Txaro Santoro.
Imaginé toda la dedicatoria pronunciada por una voz de mujer delicada y con fino acento español, y mientras hojeaba el libro esa misma voz siguió diciendo términos como follar, polla, empalmar, coño, gilipollas...

25 de enero de 2006

Tupamaros

Desde hace cuatro o cinco años que veraneo en Uruguay. En pareja siempre nos alojamos en bungalows o casitas baratas de la costa de Rocha: Punta del Diablo, La Pedrera, Aguas Dulces. Ahora, en esta extraña etapa, caigo durante una semana en el departamento que mi mamá alquiló por todo el mes en Punta del Este.

Y hay que hacer la salvedad, porque Punta del Este no tiene nada que ver con ningún otro lugar de este país ahora gobernado por un dudoso gobierno "de izquierda": es más bien como la embajada de una nación extranjera, mezcla de Niza, Miami, Pocitos y San Isidro, en un borde del territorio charrúa.

También estuve en Punta del Este en enero de 1995. Tengo presente que en ese mes murió Monzón, porque recuerdo haber leído la noticia en la playa en un Clarín todavía en blanco y negro. Yo tenía 18 años y el pelo largo hasta la mitad de la espalda, y por cuestiones ideológicas y de estilo me sentía un outsider.

Sin embargo, salía con un grupo de amigos todas las noches y volvía un tanto borracho al amanecer. Una madrugada, a la salida de un boliche y luego de una discusión no zanjada por un problema de chicas, un grupo de uruguayos (entre los que se encontraba el hijo del entonces presidente, Lacalle o Sanguinetti, no recuerdo bien) nos persiguió desde Montoya más de 30 kilómetros en auto. Nuestro error táctico fuer darnos cuenta de la persecusión muy tarde, recién cuando yo bajé frente a la casa en que paraba. Mientras me bajaba del coche saludando y haciendo los últimos comentarios, escuché que alguien me decía desde el interior "uy, loco, mirá para atrás", y no alcancé a dar más de cinco pasos antes de tener que esquivar un cross que iba directo a la mandíbula. Después hubo más piñas, patadas, gritos ("argentinos de mierda", "Francescoli puto", etc.), vidrios rotos, plantas destruidas y narices ensangrentadas. La pelea terminó cuando uno de mis amigos, tirado en la calle de tierra y al ver que el cabecilla del bando contrario sacaba un revólver de la gaveta de su auto, fingió un ataque de epilepsia y gritó que estaba a punto de morir (todavía me parece oír la voz de otro de mis amigos que le siguió el juego: "paren che, se muere, se muere...).

Los gritos habían despertado a mi familia y a casi todo el vecindario. Una hora después, cerca de las nueve de la mañana, despedimos a los uruguayos, por sus nombres de pila, con apretones de manos, palmeadas en las espaldas y promesas de compartir unos chivitos canadienses.

En esa época (o tal vez unos años antes) yo fantaseaba con que algún día, cuando el socialista Frente Amplio llegara al poder, las casas más lujosas de Punta del Este, expropiadas, se transformarían en viviendas populares, y con que se constuiría un hospital de niños en el Conrad Hotel. Ahora pienso que, si una madrugada, intentará buscarme roña algún tupamaro arrepentido, no dudaría ni un segundo en agarrarlo a trompadas.

20 de enero de 2006

Carta II

Más fragmentos de esta carta:

(...)
No fue casual que atendieras el teléfono y estuviera tu voz del otro lado, cuando el Chino decidió "operar" a Jim Morrison, Federico Moura, Luca Prodan, Miguel Abuelo, Freddy Mercury, etc.

Tengo un notición bellísimo sobre vos. Pero será cara a cara. Sólo una ideíta: tiene que ver con COSAS HERMOSAS...... Mucha ayuda.

Necesito preguntarte tantas cosas, mi Van Gogh.

Por donde me mires: DUELO.

Y por lo que sentí, no cualquiera nadie más que vos es capaz de poner el lomo y no llorar, sino disfrutar. Por ejemplo: pasaste a ser alguien de un valor supremo en mi vida.... Dudo que te DESHAGAS DE MI...... Te voy a regastar con: "adiós", "a Dios pedile que te salve de mí".

Comés? Dormís? Vivís?

Te acordarás de traer al menos un día grabado las cosas que dicen en la radio? Te acordás de tu pregunta: qué pasa cuando te piden una estrella, la bajás y no se dan cuenta de ello?...... Te la amplío o la modifico un poco: y cuando la bajás te das cuenta que en realidad no le importaba ninguna estrella?

Ya casi te oigo.

Pero, cuál es el motivo que lleva a alguien a dañar lo que presume bellísimo.

Por qué POR QUE PORQUE, siento que sos el único que sabe quién soy?

Te lo digo una vez más: fusioná. FUSIONÁ HOY, antes de que sea demasiado tarde.

YO

12 de enero de 2006

Escrutinio (literatura argentina 1983-2005)

Mi voto en la encuesta de la revista Oliverio.

Y el mismo voto en la encuesta de Las Apostillas, el brazo blogger de Editorial Entropía.

10 de enero de 2006

Papeles viejos

Fragmento de una de las cartas que una vecina me escribió y tiró por debajo de mi puerta, pocas semanas antes de quedar internada en un hospital neuropsiquiátrico.

(…)
Te lo digo a vos, porque conocés todo de MEMORY y no sé quién se la cree menos. Si me preguntaran cómo es tu piel, diría "no la toque nunca". Si es verdad que mis neuronas funcionan de tal modo de hacerme parecer inteligentes, una de ellas es una GENIA. Provocó amnesia total en el tema: REGISTRO tuyo ante cada situación a destiempo.

Entonces, con respecto a vos, me siento pichoncita. Mil veces intenté recordar sensaciones. Sí, sé de taquito cómo son tus movimientos, uno por uno, cada dedo fino y mago de tus manos que no tienen comparación. Sin darme cuenta, hace mucho tiempo, estando sola, y ante el sonido de una melodía, mis manos y mis pies dirigen el tránsito de mis sentidos.

Hay un gesto que hago con la mano derecha, y que no es otro que "LA PINZA" famosa. Pero que me vuelve delicadamente femenina.

No, no me tomé un frasco de "yo me amo": FUSIONÉ.

Fusioné. Sos ese ser que no se conoce. El secreto con el que nos iremos de esta vida, tal vez sin mencionarlo jamás. Ese ser con el que nos sentemos un día en un bar y sin vueltas nos digamos: "sos la persona con quien quiero compartir el resto de mi vida"… (son genial Van Gogh, te las ingeniaste para mandarme tres al hilo ("fui a la casa de Monga a tomar matecito y dormir la siesta", "sos la mujer con que quiero…", "FUSIONA, FUSIONA, FUSIONA…")
(…)

4 de enero de 2006

Las españolas

Ayer tuve que ir a una escribanía del centro a entregar y retirar unos papeles. En la avenida Pueyrredón, al 64 que me llevaba subieron siete chicas extranjeras. Se sentaron alrededor mío en las últimas filas. Tenían entre veinticinco y treinta años y enseguida me di cuenta de su nacionalidad: mezclaban, a veces hasta en una misma frase, palabras en catalán y en un marcado acento español. Una de ellas me preguntó si faltaba mucho para la Plaza de Mayo. Yo le dije que bajaba ahí y le pregunté de dónde eran.

–De España.

–Ahá, no me digás. De qué ciudad quiero decir.

–De Barcelona . . . ¿Por el acento te has dado cuenta, no?

Habían llegado esa mañana a Ezeiza, y durante sus más de tres semanas de estadía en Argentina visitarían, entre otros lugares, "Patagonia", "Iguazú" y "Río Gallegos".

–¿Y tú qué sitios recomiendas de aquí? Nos han hablado de un lugar llamado Asia Cuba, y de la calle Freud, donde dicen que siempre se juntan un montón de psicólogos a hablar con la gente.

–. . .

–Por el Palermo nos han dicho.

–No sé, Villa Freud puede ser, que es una zona del barrio Palermo Viejo, ahora también llamado Palermo Trenque Lauquen.

A la más simpática le pregunté por la lengua en que hablaba en su vida cotidiana.

–Cincuenta y cincuenta –me dijo.

–¿Y en qué idioma pensás?

–Mmhh, no sé … sueño en catalán, pero cuando escribo, aunque escriba en catalán, pienso en español.

Durante el viaje intenté convertirme en un modesto guía turístico: "la estación Once y la Plaza Miserere", "el Congreso de la Nación y la Plaza de los Dos Congresos", "la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo", "Avenida de Mayo, la avenida más española de Buenos Aires", "allá a la izquierda el Obelisco, y vamos por la 9 de Julio, la avenida más ancha del mundo", "y también tenemos la más larga, Rivadavia, la cruzamos en Once", "el patio del Cabildo".

Mientras hablaba, y sobre todo cuando decía cosas como "tenemos la más ancha y la más larga del mundo", yo notaba que, tal vez para no parecerme a quienes se mimetizan con sus interlocutores extranjeros, exageraba mi acento argentino.

–Y dime, ¿la Casa Rosa dónde se encuentra?

–Ahí, y allá la Catedral, y acá ya hay que tocar el timbre, Plaza de Mayo.

Al caminar por la plaza y ver, al fondo de Diagonal Norte, la silueta del Obelisco, yo pensé que, si fuera extranjero, también me interesaría conocer Buenos Aires. Antes de cruzar la calle giré la cabeza; vi cómo las españolas se acercaban a las pintadas de los pañuelos blancos y me pareció escuchar que la menos simpática, señalando mi espalda, hablaba de mí.

3 de enero de 2006