13 de septiembre de 2014

Anoche, en un homenaje a los poetas desaparecidos que se hizo en una Unidad Básica de La Cámpora en La Paternal, hablé un poco sobre Tilo Wenner (un tipógrafo y poeta entrerriano que fue secuestrado en Escobar dos días después del golpe de Estado y cuyos restos fueron rescatados de una fosa común e identificados en el 2009) y leí un hermoso poema de su autoría. Lo más lindo fue el beso y el “gracias” que me dio Taty Almeyda, Madre de Plaza de Mayo, cuando se iba del lugar.



3 de septiembre de 2014

Los relatos de la vida real cuentan con una gran ventaja con respecto a los relatos de ficción: en la vida real, la narración de los hechos no precisa estar acompañada por una sensación de verosimilitud para que sea creíble. Es decir: un suceso es creíble por el solo hecho de haber sucedido, por más extraño que parezca. En la ficción, en cambio, para que algo suene creíble y natural debe ser verosímil. Por ejemplo: si yo escribo una novela protagonizada por un flaco que es músico y que compone canciones sobre la memoria y los desaparecidos y colabora en eventos de las Abuelas de Plaza de Mayo y milita por la búsqueda de la identidad de los nietos apropiados y a veces se pregunta dónde estará Guido, el nieto de la Abuela más emblemática, y que un día decide hacerse un análisis y termina descubriendo que él mismo es Guido, nadie la va “a creer” y nadie se va a emocionar. Sería una novela forzada, inverosímil, malísima… Por eso es un desafío tan complejo el de escribir ficción. Y por suerte, al revés de lo que pasa en las novelas, a veces en la vida real se dan cosas tan increíbles que no necesitan ser verosímiles para resultar emocionantes.