11 de agosto de 2012


estoy en la "selección de escritores sub 40"

10 de agosto de 2012

Si hace un par de horas, al salir del trabajo, no hubiera decidido caminar hasta la estación en vez de tomar el 76, si no hubiera descarrilado un tren cerca de Retiro un par de días atrás, si ese accidente no hubiera provocado un cambio en la frecuencia del Mitre, si ese cambio no me hubiera hecho decidir tomar el 161, si la máquina del primer 161 al que subí hubiera aceptado mi moneda de dos pesos, si la máquina del segundo 161 al que subí no hubiera aceptado esa moneda, si diez cuadras más adelante nadie hubiera llamado al celular de una mujer que estaba por cruzar esa esquina de Vicente López, si esa mujer no hubiera atendido o no se hubiera mandado a cruzar la calle hablando distraída y mirando hacia cualquier lado, entonces yo no habría sentido el impacto, ni el frenazo, ni los gritos, ni los cuerpos viniéndoseme encima, ni el caño vertical contra mi cabeza, ni habría visto el parabrisas estallado, ni los golpes de impotencia del colectivero contra el volante, ni habría oído a una chica repetir como un mantra “cruzó sin mirar cruzó sin mirar”, ni habría visto el charco de sangre en el asfalto, ni habría bajado a ver el cuerpo inmóvil y despatarrado de la mujer, ni le habría hecho caso al vecino que me pedía nervioso que llamara a una ambulancia, ni habría vuelto al colectivo a palmear el hombro del tipo que tres minutos antes me había dicho de mala gana que sí aceptaba monedas de dos pesos y que ahora llorando desconsolado me decía “pibe, creéme, treinta y cinco años que manejo esto y nunca había atropellado ni a un perro”.