24 de julio de 2005

Domingo

Esta mañana, caminando descalzo por la cocina, sintiendo el frío de las baldosas en las plantas de los pies, me escuché decir en voz alta: "qué lindo que es esto".
"Esto" era la taza de leche caliente con vainillas, el diario intacto asomando por debajo de la puerta, la cama tibia, los suplementos dominicales, el tiempo para escribir, la perspectiva del almuerzo, de la tarde libre en compañía, de la visita al video club…

Menos de diez horas después, parado en el mismo lugar, me encontré diciendo en voz baja: "qué feo que es esto".
"Esto" era la penumbra general, la sordidez de la tarde, las noticias del diario, la radio AM sin el pasatiempo futbolero, la tarea inconclusa del trabajo, el nuevo Feliz Domingo en la tevé, la calle fría y vacía, la perspectiva del lunes a la mañana, la cuenta regresiva hacia la alarma del despertador…

Ahora ya estoy cerca de la medianoche y, mientras veo cómo a lo lejos se van apagando las luces de los edificios, escribo en el blog con la tenue esperanza de que todo tienda a equilibrarse.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi consuelo es tonto, pero me alegra saber que a ustedes también les pasa.
Y encima levantarte al día siguiente con tremenda cara de lunes!!!!

Anónimo dijo...

Y la compañía que planeaba a la mañana Molina, no sirvió para aplacar la opacidad del domingo?

Auoda dijo...

Ah no, yo comienzo el domingo con la misma desesperanza con la que vos lo terminás: odio el sonido de la emisión de las carreras de autos. Con eso ya estoy condenada...

Satamarina dijo...

Es lo que todos queremos Molina, digo equilibrio y que no existan los domingos.

Me gustó su post.

Anónimo dijo...

MUY BUENA DESCRIPCION DE LO QUE ES REALMENTE EL DIA DOMINGO..
MUY BUEN RELATO....
ME SENTI MUY IDENTIFICADA...

Anónimo dijo...

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