27 de octubre de 2005

Una idea funcional

Me enteré de que un lector que yo no conozco había dicho: "así que se llamaba Unidad Funcional ese blog, siempre pensé que era Una idea funcional". Eso, para ponerlo en términos viqueanos, fue una de las cosas más potentes de la noche.

El martes, con veinte minutos de retraso, llegué a Bartolomeo para una reunión del grupo Alejandría. Saludé a Levín y a Obelix, que habían llegado temprano y ya estaban tomando cerveza. Al rato subió a leer Levín (un cuento que obtuvo buena repercusión y que más tarde sería pedido por varios de los concurrentes). La chica que leyó después le preguntó en voz baja: "¿vos sos el de Moscas?, y se presentó: "soy Natalia, de La vida en pijamas".

Vico llegó al comienzo del primer intervalo. Algunas de las cosas que se dijeron, desde ese momento y hasta la lectura del "invitado famoso", fueron las siguientes:

–Cambiaron las botellas por las jarras.
–Así que van a publicar el libro, muy copado.
–Conseguí departamento.
–Hay una nueva alternativa para el título: Un montón de lugares.
–Nos tendríamos que vestir de monjes, o algo así.
–Parece que el pibe se inventó un nick secreto y deja comments peligrosos.
–Y a la amiga la conozco.
–Los estantes vacíos también me gusta, es de la onda Los trabajos nocturnos, o Las cerraduras rotas, jeje.
–240 páginas,bueno, unas obras completas.
–¿Así que Rejtman se ortivó?
–Yo publiqué con el Centro Editor Latinoamericano.
–Yo me voy, ya les avisé que vengo baqueteado.

Obelix se retiró muy temprano, antes de que subiera al escenario Pablo de Santis. En un momento de su lectura yo fui al baño, y, cuando volví, Levín, haciendo futurología, me anunció el final por lo bajo: "es el veterinario".

La entrevista tuvo momentos interesantes. La enunciación de sus autores favoritos (Bioy Casares, Silvina Ocampo, Brizuela, Birmajer) provocó comentarios susurrados en nuestra mesa, y, cuando comentó que había sido finalista del Premio Planeta de 1997, también desde nuestra mesa salieron las preguntas más punzantes sobre el caso.

Con cara de piedra, De Santis dijo que todo había sido un malentendido y, ante mi pedido de blanqueo, respondió que sí, que creía en la inocencia de Piglia pese al dictamen judicial.

Algunas de las frases dichas desde esos momentos hasta la salida del bar:

–¿Alguien quiere la mitad de este triángulo?
–Esta es la biografía de un niño oligarca.
–Este no fue tan aburrido como pensaba.
–Cuando llegué, él estaba ahí paradito.
–Dejate de hinchar, por lo menos que haga un guiño.
–Al Turco Asís le hago el aguante.
–Otro cuento con jazz.
–¿Y qué querés, que se tire contra su posible empleador?
–Nos invitan a comer una zapi.

Vico saludó a la administradora de Perro de aguas, una chica que, creo recordar, había sido compañera suya del colegio. Después fuimos a La Americana, una pizzería demasiado iluminada que hay en Callao y Bartolomé Mitre, con varios de los integrantes de Alejandría, otros alumnos de Abelardo Castillo y dos editores de revistas: Oliverio y Casa de brujas.

Algunas de las que recuerdo, entre la salida del bar y la permanencia en la pizzería:

–Ese edificio se cae.
–Pero estarías enfrente de esta librería.
–Levín es nuestro Terranova, lleva la voz cantante.
–No vino De Santis, sabía de tu presencia.
–Me dijo: yo pensé que era "Una idea funcional".
–¿Vos viajaste hace poco, no?
–En dos martes vienen del staff de La joven Guardia.
–Balones para las chicas y chops para los jóvenes.
–¿Conocés El Interpretador?
–¿Vos sos Juanjo? Molina, de Una idea funcional.
–¿Y cómo se llama el libro, lo habías mandado a algún concurso?
–Si pueden, eviten el baño.
–Vamos a hacer una revista de crítica literaria.
–Vayan al sector fumadores.
–No me jodan, todos tienen un libro en preparación.
–Anotame la dirección, sin el triple doble vé.
–Bellatin les pasa el trapo a todos esos.

También se habló de chimentos y de rumores que, hasta que no sean chequeados –y aun luego de eso–, no son reproducibles. Después de una importante escisión, nos dirigimos a La Academia, donde, en la misma mesa que un mes atrás, un viejo muy flaco tomaba café con leche y leía, ayudado con una lupa, un diario del día siguiente.
Lo que recuerdo, entre la elección de este bar y la parada del 39:

–Podríamos, pero es muy caro.
–Ahí estás vos en cuarenta años.
–Por lo general, si no te conoce y no sos un mozo, en un bar nadie te llama así.
–Pidamos la última.
–Mañana tengo que escribir dos guiones, eso no me da mucha potencia.
–En radio Eter, los viernes a las nueve de la noche.
–Pidamos la última.
–Está todo bien, pero eso no sirve para nada.
–Me lo mandás por mail: figura en el perfil.
–Mmhh, mañana no creo que haya crónicas en ningún blog.
–Pidamos la última.
–Cerró el Crónica de la tarde.
–Yo estoy para cinco más.
–A ustedes dos los tenía linkeados.
–No me digas que ya son las cinco.
–Pidamos la última.
–¿En Belgrano? A tu casa llegás con los pajaritos.
–Pidamos la última.
–Te voy a matar, para qué abrís la boca.
–Si yo no dije nada.
–Ahí viene.

7 comentarios:

Levín dijo...

Esta crónica es muy funcional.
Me gusta, quiero decir: con sólo aplicar los silencios que exige el pudor, el diario íntimo se vuelve relato.
El pudor es nuestro aliado, relatores.
¿Pedimos la última?
Alguna noche será la última, y nadie se va a animar a pedirla.
Salud.

moret dijo...

a pesar de todas las cervezas, recuerdo casi todas las cosas y silencios que se dijeron, y que muy bien reconstruye molina.

algunas otras, como la discusión sobre alternativas para el título de algún cuento o la propuesta de vestirse de monjes, me las entero ahora (recién me entero).

igual, pidamos la última. yo estoy para cinco más.

marina k dijo...

lina, la próxima vamos eh. quedamos. esta vez no pudimos. lindo relato molina.
saludos a todos, LM

LOS ASESINOS TIMIDOS dijo...

Molina, Levin, y otros: Un placer la pizzeada en La Continental, las palabras que intercambiamos acerca de la realidad literaria (?) y espero verlos el martes 8 de Noviembre que se viene la Joven Guardia, y la cosa pinta para la polémica (ejem, además, no me dejen solo, que yo voy a ser el presentador y entrevistador)
Lina Roca y Lolamaar: Dejen de amenazar que van a venir (si es que se refieren a Alejandría) y vengan, que hay lugar para todos. (huy! que flash loco!! Me vino a la mente el tema de Sui Generis, Bienvenidos al tren!!! Qué lindo cuando éramos pseudo hippies decadentes!!! Ahora, al menos en mi caso, me quedé en decadente a secas)
A todos: Próximamente vuelvo a postear en beatlesandpoe. No me extrañen. (??)

Levín dijo...

Early edition. Así se llamaba la serie del tipo que recibía el diario del día siguiente. El mismo que leerás vos en cuarenta años. Pero, según la moral de la serie, no lo tenés que usar para ganarte la lotería ni para publicarte a vos mismo sino para salvar niños de accidentes de trásnsito, o develar los misterios de los cuentos de De Santis.

moret dijo...

early edition, sí, cierto. esos chicos sí que eran buenos, nada de andar aprovechándose de un pobre diario incongruente.

otra cosa: ahora, que releo algunas frases, recuerdo algo: molina, envíeme su cuento, el que comentó en la academia. mi mail figura en el perfil.

un beso.

Anónimo dijo...

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