11 de noviembre de 2005

La Joven Vanguardia

De entre todas las palabras oídas el martes a la noche, durante y luego del encuentro del grupo Alejandría, hay algunas que, tras pasar por el tamiz de las horas, quedan expuestas, demasiado a la vista, y me hacen pensar: "¿Vos, Molina, planeás dedicarte toda la vida a la escritura? (…) Está muy bueno, pero no deja de ser difícil, muy muy difícil", preguntó y, luego de mi respuesta, opinó alguien a mi lado en un restaurante peruano del barrio de Congreso.

Antes, en el escenario de Bartolomeo y presentados por Juanjo, habían leído Mariana Enríquez (un cuento, según ella, con influencias de Silvina Ocampo), Juan Terranova (un relato autorreferencial) y Oliverio Coelho (textos cortos, algunos publicados en su blog), y los tres, junto con Maximiliano Tomas, el responsable de la antología La Joven Guardia, habían respondido a las preguntas del público, entre quienes estábamos Natalia, Levín y yo.

Terminado el encuentro, M. T., en su rol de dirigente del campo literario, tuvo que recibir quejas y preguntas de parte de algunos de los presentes: "¿por qué no publicaste mi cuento?, ¿para cuándo?", y cosas por el estilo. Hasta yo mismo le hice un comentario sobre la futura edición de Los estantes vacíos, y él, al enterarse de mi nombre, me dio la dirección de la redacción de Perfil para que se lo acerque.

Algunas de las frases que recuerdo haber dicho y escuchado en ese primer bar:

–Ahora me quedó medio anaranjado.
–Tiene pinta de ingeniero en sistemas.
–Es muy bueno pinchar.

-No, no se mete vidrio en el orto.
–No sé, hay escritores montoneros, erpianos, menemistas.
–Pero a vos te gusta Asís, un menemista.
–¿En verdad creen que se cayó el sistema en el 2001?
–Sí, Gonzalo Garcés es el único exitoso.
–La gente se hace cualquier fantasía con La Joven Guardia.

-Aunque Saccomanno no piense lo mismo.
–No lo hicimos para juntarnos a salir de copas.
–Al prefacio de Castillo algunos lo ven como una chantada.
–Te traje la novela.
–Che, ¿cómo levantás la mano así de prepotente?
–Se la di al primero que me la pidió.
–Ah, el personaje Igor es….


En la vereda, y en tensión con quienes habían planeado ir a comer una pizza, Coelho propuso el lugar de la cena. Durante la caminata hasta el peruano Terranova me presentó a su mujer y a Juan Incardona; unas cuadras antes, después de preguntarme cómo me llamaba, me dijo alguna de las frases que transcribo más abajo.

En el restaurante yo compartí con Levín el único plato de la carta que conocía al menos de nombre: ceviche, pescado crudo cortado en cubos con limón. Con Mariana Enríquez me pasó algo especial: mientras la veía hablar no podía dejar de tener la impresión de que no era la misma persona que había escrito Bajar es lo peor, novela publicada en 1995 que yo había leído en aquella época, ni la que aparecía en las fotos que ilustraban sus columnas en la revista TXT.

Los precios eran buenos, los baños estaban limpios, y el personal era auténticamente peruano.

Entre la salida de Bartolomeo y la permanencia en el restaurante:

–Así que vos sos Molina, tendría que agarrarte a trompadas.
–¿Trajiste plata suficiente?
–Pidamos que estaban por cerrar.
–Pescado crudo ni loco.
–En esa editorial me pidieron cinco lucas.
–Muy linda reunión blogger.
–Rex encargó un bife.
–Che, él va a publicar en Entropía.
–Si te puedo dar un consejo esta noche: fijate siempre en la distribución.
–Pintate un mechón.
–¿1500 dólares?, vivió cuatro meses de la literatura.
–Obviamente que la sacaron de contexto; yo me refería "al tema" en la narrativa.
–Mi mamá leyó la entrevista en Para Ti y me llamó enseguida, alarmada.
–Cuando fui a ver al agente de prensa …
–Pero las contratapas de Sasturain están buenas.
–Este me bardeaba como desde el paravalancha: "eehh, vos, Página/12"


A la salida, la mayoría decidió ir a tomar un café. Caminamos por Virrey Cevallos, doblamos en Hipólito Yrigoyen y entramos al bar vacío de la esquina de Saenz Peña. En ese trayecto conversé con Ricardo Romero sobre su novela publicada, sobre Gárgola, la editorial seria que dirige, y sobre de los Cuatro Vientos, la de publicaciones de autor que sostiene económicamente a la otra.

Ya en el bar, entre otras cosas, me enteré de que Incardona, durante buena parte del mes, trabaja ocho horas por día para el diseño de El Interpretador, y que Juanjo publicó un libro de cuentos infantiles.

Algunas de las frases que recuerdo, entre esta larguísima sobremesa y el final de la noche:

–El resto de Alejandría no quiere polémicas.
–En Norma ofrecen trabajo en la picadora de papeles.
–Primicia: el próximo Planeta lo gana Pacho O'donell.
–La web es una gran herramienta.
–Hay que laburar con el serrucho.
–En serio, conozco Claromecó.
–Estaría bueno organizar más de estos encuentros.
–Ustedes tres qué son hermanos, primos.
Pero yo a vos te conozco por el blog.
–Yo a vos también.
–Me duele un poco la cabeza.
–Por la camisa rota asoma el codo.
–Me tragué el vidrio, Molina.
–Se hace de día, cantan los pájaros.

6 comentarios:

marina k dijo...

molina, en el próximo, sin falta y con el cuatrimestre cerrado, estoy ahí.
saludos,
LM
PD: ud. viene este domingo a lo de el interpretador?

Pola dijo...

Molina, me gusta su criterio para elegir frases. Son tan atinadas, que es fácil imaginar quienes fueron sus autores.
Saludos

Pepe dijo...

a mí no me resulta fácil identificar autores, sólo me gustan las frases.
saludos

PD: ¿en qué anda su novela?

Molina dijo...

Pepe: calculo que el libro (de cuentos, no una novela) tiene que salir pronto, en algún momento entre fines de noviembre y mediados de diciembre.
Cuando empiecen las contracciones anunciaré la fecha del parto.
Gracias por el interés.

Anónimo dijo...

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