Compro un kilo de cuadrada cortada para milanesas. Hago la mezcla de huevos, sal, curcuma, ají molido, y, a falta de martillo, las aplasto con un puño. Les pego hasta que se expanden hacia los costados y se les ahdiere el pan rallado.
Más tarde, cuando frío algunas y las pruebo, me da la impresión de que no tienen mucho sabor. Se nota la falta de pimienta y perejil.
"Están un poco sosas", estoy a punto de decir, pero, como no sé cómo se escribe "sosas", y como casi siempre que digo una palabra tengo que imáginarmela escrita, opto por quedarme callado.
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A las tres y media, sentado en el cordón de una vereda de Almagro, la espalda apoyada contra una parada del 64, empiezo a leer Vértice, la novela de Gustavo Ferreyra que me prestó Levín en su casa. En la mía busco un suplemento cultural del domingo pasado y subrayo la respuesta de Ferreyra a la pregunta "a qué hora del día escribe":
–Cuando puedo, de mañana; si no, a la tarde. Lo antes posible en realidad, como para saciar el hambre de justificar mi día
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Nada peor debe haber para un futbolista que malograr el triunfo de su equipo con un gol en contra a los cuarenta y nueve minutos del segundo tiempo. No quisiera estar en la piel de Villavicencio en este momento, me digo, y para atenuar mi propia amargura pienso en dramas pasionales.
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La casa de mi hermana es un congelador; hace más frío adentro que afuera. Mientras comemos la rosca de Pascua, alguien intenta encender la estufa y el bebé vuelca de una taza el agua caliente que, por pocos centímetros, no moja la camisa de su bisabuela.
–El calor no vuelve más –digo yo, jugando con el envoltorio de un huevo de chocolate que no pude comer–. A partir de mañana, abrís el diario y empezás a leer sobre los muertos por escapes de monóxido de carbono y las estufas mal instaladas.
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Salimos temprano para evitar el tráfico de la autopista, pero igual, antes del segundo peaje, tenemos que aguantar dos kilómetros de cola. Mientras avanzamos muy lento, veo las partes traseras de los coches de adelante. En una 4x4 hay una calcomanía del Che Guevara, y en un auto último modelo hay una chapa ovalada con un escudo argentino en el centro y las letras R y A los costados: la chapa identificatoria de alfonsinistas en la campana presidencial del 83.
17 de abril de 2006
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5 comentarios:
Qué pasa Molina, noto un dejo triste, solitario y final en su relato. Cuatro días de descanso fueron demasiado? Y sí, a veces no es bueno tener tanto tiempo para pensar, uno se pone melancólico. Pero vamos hombre, que está en su mejor momento, con dos hijos por venir, uno de carne y hueso y otro de papel, no se me decaiga.
hola, i. pensè q describias la casa de mi bisabuela.
Very pretty design! Keep up the good work. Thanks.
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Primero: Me pasa un resto lo de decir sólo lo que sé escribir... como "bricked" o como sea que se escribsa, prefiero decir "lighter" y me refiero a los aparatos que encienden los cigarrillos que tienen una piedra que saca chispa y gas adentro (lo hago especifico para los que no saben a lo que me refiero).
Segundo: ¿por qué no omites los comment en inglés? paracen Spam.
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