22 de mayo de 2006

Si tirás buena onda

Ayer empecé a hacer la mudanza interna. Saqué las bibliotecas y la computadora del escritorio para llevarlas al living. En el cuarto que va a ser del bebé quedó sólo un mueble, marcas en las paredes desnudas y ropa y libros desparramados en el suelo. Ahora tengo por delante una tarea más difícil: empezar a vaciar los placares, decidir qué papeles, casetes, revistas y diarios viejos tirar y cuáles seguir archivando en otro lado.

A la noche me costó dormir. Al apagar la luz recordé la versión vieja de un cuento que había releído el sábado: en tres párrafos seguidos se repetía la misma palabra, y me torturé pensando en la posibilidad de no haberlo corregido antes de que entrase a la imprenta.

Después, cuando pude sacarme eso de la cabeza, pensé en Fausto: en que debería trabajar el resto de mi vida útil para mantenerlo, en cuántas cosas me restarán aprender para ser un buen padre, en la imagen que él tendrá de mí cuando tenga treinta años y yo ya esté en edad de jubilarme.

El calor y el ruido de un auto me sacaron de todo eso. Entre el despertador y el reloj de la video había diez minutos de diferencia; eran alrededor de las cuatro de la mañana. Puse la estufa en piloto y volví a la cama haciendo una promesa: si conseguía dormirme antes de las cuatro y media –o cinco menos veinte–, postearía una de las frases que había dicho esa mañana.

Mientras esperábamos al 151 en Rivadavia, a la altura de Almagro, vimos cómo perdía líquido el motor de un 19 que había frenado en la parada anterior. Yo caminé unos quince metros hasta la puerta para avisarle al chofer.
–Ta perdiendo algo, no sé qué es –le grité mientras subían pasajeros.

Cuando volví a la parada, vi y escuché que él, arriesgándose a perder el semáforo verde, frenaba a nuestra altura y me decía:
–Gracias, flaco. Sos un grande. Es gasoil, acabo de llenar el tanque –y me saludaba cerrando un puño y levantando el pulgar.

–Ves –le dije a Melina–, si tirás buena onda recibís buena onda.

–Buena frase –me dijo ella–: blogueala.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena onda Molina la palabra de su señora. Es muy cierto que si uno tira buena onda recibe lo mismo, sobre todo de esos trabajadores de la calle, taxistas, colectiveros,y todos aquellos que están acostumbrados a que los insulten.
Además Molina le digo que no sea tan pesimista, su hijo seguramente le traerá, además del esfuerzo laboral, mucha felicidad. Vamos que empieza el mayor y mejor desafío.
Cualquier duda sobre paternidad no tiene más que consultar a sus lectores de Unidad Funcional que entre todos, expertos o no, le daremos una mano.

Anónimo dijo...

¿qué dice Molina? ¿Cómo le va?

No sé por qué cuando leo "la mudanza interna" pienso en el exilio interno que mucha gente sufrió durante la dictadura. (?)

Un consejo. Tirá todos los diarios y revistas. Me imagino que debes tener guardada la colección de La Nueva Provincia de los últimos veinte años. Hacele un favor a tu hijo y deshacete de cualquier material peligroso para su educación.


saludos a los tres.

Anónimo dijo...

El Grupo Literario Alejandría, en su segundo año de actividades, presenta el martes 23 de Mayo otra Noche de Cuentos. Como siempre, habrá cuatro escritores invitados a leer un cuento más el invitado especial, en esta ocasión, el escritor Carlos Gamerro.
Al finalizar el encuentro, se sortearán libros y revistas.
La cita es a las 21 horas, en Bartolomeo (Bartolomé Mitre 1525, Capital
Federal). La entrada es libre y gratuita.

Para participar enviando cuentos o para recibir información, escribir a
alejandriagrupo@yahoo.com.ar También tenemos un sitio web, que estamos
desarrollando de a poco http://grupoalejandria.com.ar

Las reuniones son martes por medio.

Saludos y gracias.
Grupo Alejandría

Anónimo dijo...

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