De los que elegíamos al fútbol para las horas de educación física, Pasetti era el más habilidoso. Hacía goles, jugaba y hacía jugar, y se enojaba con los que, como yo, no peleaban "a muerte" cada pelota. Era autodidacta; nunca había jugado en ningún club. Una mañana fue a probarse a las inferiores de Defensores de Belgrano, pero se lesionó en el segundo pique corto y nunca volvió a intentarlo.
Años más tarde, en el campo de sus suegros, el presidente de un club de Nueve de Julio, también invitado al asado, lo vio jugar un picado mientras se hacían la brasas y, durante la sobremesa, le propuso participar en la Liga semi amateur de la zona.
Pasetti estaba contento, había conseguido que le pagaran, además del sueldo básico de cuarenta pesos por partido, veinte por gol convertido y quince por cada punto ganado. Si bien su nombre no convocaba a multitudes y salía publicado en un solo diario, disfrutaba del aliento del público de su equipo y de los insultos de los hinchas rivales detrás del alambrado.
En el primer mes, ganó casi lo mismo que ganaba trabajando en el microcentro nueve horas por día. Los domingos llegaba temprano a Nueve de Julio, a media mañana entrenaba liviano con sus compañeros, al mediodía almorzaba en la casa del director técnico, y a la tardecita, luego del partido y con los músculos todavía sentidos, volvía en un Costera Criolla a Buenos Aires.
En la final de la Liga se juntaron casi mil quinientos espectadores. Era un domingo soleado, y la tierra de la cancha se veía más seca que en otras tardes. Por primera vez en su corta carrera Pasetti estaba nervioso. También por primera vez se había concentrado junto al resto del plantel; desde el viernes a la tarde estaba alojado en el campo de un dirigente. Su novia y parte de su familia le habían prometido que viajarían en auto a verlo, pero, diez minutos antes de la hora del partido, un teléfono sonó en la cantina del club.
13 de junio de 2006
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10 comentarios:
Y??????????????????????????????
No me diga Molina que esta historia tiene un final trágico. No se si podría resistirlo.
No quiero ser demasiado pacoqui, pero el 'pero' de la última oración es un poco entregador.
era equivocado.
O no?
A veces uno quiere que sea equivocado.
Pregunta que no entra en esta sección, pero no sé dónde ponerla: ¿Pola es "Pola O"?
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Esto es ya un relato terminado, Ignacio.
No sé por qué ir más allá del e´l mismo.
Abrazo
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