19 de diciembre de 2006

Work in progress

(…)

Haciendo rebotar contra la pared
las ondas del control remoto
el encargado del bar sintoniza
el canal que yo pongo en mi casa
para enterarme del clima.
Son las ocho de la mañana,
hay diecisiete grados
y cuarenta por ciento de humedad.
Aunque el volumen está bajo
no me cuesta darme cuenta
de que la mayoría de los titulares
que pasan por la pantalla
coinciden con los del diario
que estuve leyendo
mientras tomaba un café.

En la mesa a mis espaldas
se sientan dos chicas
que no dejan de hablar.
Por lo que dicen y sus voces
calculo que juntas no suman
más de cincuenta años
que una de ellas es bastante
más linda que la otra
y que están despiertas
desde la noche anterior.
Podría darme vuelta para
confirmar esas impresiones
pero tal vez para seguir
ejercitando la imaginación
o para no decepcionarme
decido hacer el esfuerzo
de seguir pensándolas así.

En otra mesa hay un hombre
que mientras habla de números
por su teléfono celular
tipea a toda velocidad
en una computadora portátil
como si estuviera haciendo
una versión taquigráfica
de su propia conversación.
Debe tener mi edad
pero el saco, la corbata
el peinado a la gomina
y la forma de hablar
lo hacen parecer
varios años mayor.

(…)

4 comentarios:

Satamarina dijo...

me gustó molinette

simalme dijo...

Volvió Molina

Anónimo dijo...

Tentativas de agotar un lugar porteño. Versificando.
La gomina avejenta. No modifica la apariencia, digo, sino la cosa. Si el hombre hubiera mirado su DNI, hubiera comprobado que no nació cuando creía, sino veinte años antes.

Anónimo dijo...

Gracias Molina por volver a enriquecernos con sus letras, aunque sólo sea en una pequeña e incompleta dosis.
Aprovecho para saludarlo para las fiestas, una gran abrazo a ud. y su familia. Ojalá el año próximo le traiga lo que merece, aunque este 2006 con libro e hijo va a ser difícil de superar, no?
Cómo está el pequeño Fausto? Hace tiempo no sabemos nada de él.