La novedad desnuda y aún sin dueño le trabajaba el ánimo. De esta manera recorrió las dos habitaciones, inspeccionó la cocina y el baño, el tamaño desproporcionadamente grande de los placares. Nunca le habían gustado las casas deshabitadas y las botellas vacías. Y encima ese placard que parecía imposible de llenar. Cansado y entumecido, sabiendo que no tendría fuerzas para elegir otro aviso de los clasificados y ver otro departamento desmantelado mientras una vieja le hablaba sin parar desde una lejanía ensordecedora, salió al balcón de lo que pronto sería su living-comedor y observó lo que se le ofrecía. Paredes, ventanas, paredes y otra vez ventanas; no le iba a costar desalentarse con ese paisaje. Y mientras pensaba esto, casi sonriendo a pesar suyo, y la vieja hablaba de sus problemas con la administradora del edificio, sus ojos buscaron el final de la torre que se elevaba diez metros más allá. Trece pisos que culminaban en una figura oscura y delgada sobre el borde de la terraza. El sol oblicuo de las nueve de la mañana recortaba la figura haciéndola vaporosa, como si fuera a desvanecerse antes de saltar, porque desde el momento en que lo vio, Vega supo que esa persona estaba a punto de saltar, y sin embargo no dijo nada. Dejó que la dueña del departamento terminara su historia plagada de cartas documento y citaciones judiciales, puso una sonrisa aprendida en las sesiones de alcohólicos anónimos, y le dijo que sí, que lo alquilaría. Fue como si se olvidara, o como si no creyera en lo que había visto. Después, en la primera mañana como inquilino, cuando al asomarse a la ventana descubrió de nuevo la figura vaga del suicida, recordó haber pensado "si se tira seguro consigo el departamento por cien pesos menos".
(Fragmento extraído del cuento "Mudanza", del libro de Ricardo Romero Tantas noches como sean necesarias, editado en la colección "Laura Palmer no ha muerto" de la Editorial Gárgola)
21 de febrero de 2007
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3 comentarios:
El sol oblicuo de las nueve de la mañana recortaba la figura haciéndola vaporosa.
una metafora que me hubiese gustado plasmar
cosas que pasan!
Hablando de libros, Molina, ayer empecé a leer el suyo...
hey, Molina!
justo ese libro lo estamos leyendo tantas veces como sean necesarias en el programa.
Recién ahora estamos organizándonos para solucionar el pequeño problema de horario con los invitados, asi que apenas estemos listos para salir a la calle a grabar con los autores te llamamos, así te ahorras el drama de las 3 de la mañana. Ok?
Cococho.
Salud!
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