23 de abril de 2007

Córdoba y Callao

(Fotos y collage de Pedro Mairal)


Aunque, antes de mi instalación definitiva, había venido muchas veces a Buenos Aires –en navidades o vacaciones de invierno–, esta fue la primera esquina que conocí, de manera consciente, en la mañana de mi primer día hábil en la ciudad.

Llegué a Retiro un sábado de marzo de 1992. Mi mamá, que se había instalado en octubre o noviembre del año anterior, me esperaba en el andén. Tomamos un taxi hasta un edificio de Juncal a media cuadra de Pueyrredón, y un rato después, mostrándome el cuarto que compartiríamos, mi hermano me dijo: "este es el boliche". El departamento era de cuatro ambientes, pero no podía ni compararse con nuestra casa bahiense; los muebles que allá se acomodaban espaciados, acá se encimaban para entrar en el living.

El lunes, muy temprano, me disfracé con el uniforme de mi nuevo colegio. Padeciendo la humedad porteña caminé hasta Santa Fe y me metí en la boca del subte. Me soprendió que un rubio de pelo largo tocara el saxo a esa hora de la mañana. Entré al último vagón, y sentí el chirrido que –ahora lo sé– la máquina siempre hace antes de llegar a Facultad de Medicina. Enfrente mío viajaban unas chicas de mi edad a las que, por supuesto, el uniforme no les quedaba tan ridídiculo como a mí. Yo ya medía uno ochenta y cinco y era flaco como un alfiler, pero todavía me peinaba como un niño y no me había cambiado la voz.

Al salir del subte, pasar por el molinete y subir las escaleras me sentí un poco mareado. Aparecí en el cruce de estas dos avenidas, y aunque estaba a dos cuadras del colegio no supe hacia dónde ponerme a caminar. Con un poco de verguenza le pregunté por Riobamba a la mujer que abría el puesto de flores, y, parado en la esquina, durante varios segundos, me quedé mirando las ventanas de esos edificios antiguos.

2 comentarios:

Vir dijo...

Pero, Molina ¿No se dió cuenta? El rubio de pelo largo que tocaba el saxo en el subte era Facundo Arana!!

Anónimo dijo...

Sí, claro que me di cuenta Ex.
Era una especie de guiño para los que también se dieran cuenta.