Anoche (antes o después de hablar sobre los nuevos políticos y los viejos escritores de derecha), cuando me dijeron el nombre de ese pibe, yo conté una casi anécdota: "la otra vez subí al subte, me senté y me puse a hojear mi libro para tratar de elegir qué iba a leer en público esa noche. Pero cuando levanté la cabeza y vi a este flaco mirándome fijo, me dio vergüenza que me viera leyendo mi libro y tuve que guardarlo y no pude elegir hasta mucho más tarde…"
Durante los puntos suspensivos un amigo se me quedó mirando, como esperando algún remate ingenioso, y aunque no escuché lo que dijo, pude darme cuenta de que pretendió hacerme quedar en ridículo.
Bueno, loco, no todos los comentarios tienen que ser geniales, brillantes y divertidos, no siempre tenemos que ser como personajes de novelas inteligentes, pensé en decirle, pero justo en ese momento llegaban los chorizos. Además, pienso ahora, sobre casi anécdotas y puntos suspensivos está construida la parte del mundo que vale la pena.
5 de junio de 2007
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4 comentarios:
obbvioooo! yo te banco. a mí me daría vergüenza qe alguien conocido me encuentre hojeando mi propio libro, necesitaría explicarle el porqué.
las pequeñas anécdotas y puntos suspensivos SON el mundo.
Gracias Lola por bancarme.
¿Los libros no se construyen de pequeñas anécdotas?
Dicen que uno escribe lo que conoce.
Te bancamos Molina
Gracias Pola.
Esto sí que es tener banca.
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