27 de junio de 2007

Existir en invierno

Al mediodía, encuentro con Cecilia S. en un bar de Palermo Viejo para conocernos y comentar detalles de la futura antología. Nos sentamos en la vereda. Yo no pido nada para comer ni para tomar, no porque sepa que en este lugar las mozas cobran al voleo sino porque estoy un poco engripado, por primera vez en el año pude dormir hasta las doce y desayuné hace menos de una hora. Ella siente olor a marihuana y se da vuelta para ver quién está fumando. Yo estoy demasiado resfriado como para oler cualquier cosa y sólo veo a una chica tomando café con leche en la mesa de al lado. En la esquina me cruzo con una niñera paseando a dos bebés mellizos en cochecitos y a una chica de mi edad paseando a más de diez perros. Hace frío, me envuelvo el cuello con la bufanda, piso una baldosa floja y pienso que este barrio está construido para existir en invierno. Pienso en las personas que veo, en los que pasan en auto y en los que debe haber dentro de sus casas; todos hacen algo, o dejan que alguien haga algo por ellos, para poder seguir haciendo lo que hacen. Por algún motivo –supongo que por complejo de inferioridad–, nunca dejan de asombrarme los modos que tiene la gente de ganarse la vida.

1 comentario:

Lunita dijo...

"pienso que este barrio está construido para existir en invierno". Me gustó eso...