28 de agosto de 2007

Girasoles

En Bahía son muy populares las semillitas de girasol. Las venden en bolsitas transparentes, con el nombre de la marca impreso en letras amarillas. La primera imagen que se me viene a la cabeza cada vez que pienso en la cancha de Olimpo es la de millones de cáscaras de semillas desparramadas sobre las viejas tribunas de madera durante la retirada del público. La primera vez que pedí semillitas en Buenos Aires, el kioskero se me rió en la cara: “¿semillitas, pibe, qué sos, una gallina, hincha de River?”. Años después aparecieron las Pipas, pero ni siquiera cuando tuve mi propio kiosco las probé: el envoltorio, demasiado moderno, me tiraba para atrás.

Anoche, mientras escribía, me acordé de todo eso. Me acordé de la manera en que me gustaba comerlas: separaba un puñado bastante grande de semillitas, me pasaba varios minutos pelándolas una por una, y después, todas juntas, me las metía en la boca. El placer casi efímero de morder tantas semillas al mismo tiempo justificaba todo el trabajo anterior. Algo similar, pensé ayer, me pasa cuando escribo cuentos: me gusta que el trabajo minucioso y casi de relojería que me lleva cada uno precise una lectura que lo devore de una sola sentada. Trabajar en la novela que estoy escribiendo, en cambio, es comer las semillitas del modo más tradicional: de a poco; sin prisa, sin pausa y sin tanta fineza; abriendo cada fecha una bolsita; mordiendo la cáscara, escupiéndola al tablón y despegándome los restos de los dientes.

10 comentarios:

jodida dijo...

Muy buena anécdota..viste que no es lo mismo comprarlas ya peladas? es otra historia.. el folklore era ir abriendolas una por una..
gracias por haberme hecho acordar de esto!
(tbm soy bahiense, claro esta..)

Rubia Lulú dijo...

Allí estaré en un par de semanas visitando a mi amorcito.
Recién caigo que son del mismo lugar, boló.
Besitos,
Lulú.

Juan Ignacio dijo...

Mi abuelo tenía un kiosko enfrente de la escuela 29 en La Falda y vendía de esas bolsitas.

Salían 10 centavos nomás, me acuerdo.

Recién caigo que era algo que se vendía sólo en Bahía.

Saludos de un bahiense!

Jorge Mux dijo...

Llegué a este blog por recomendación. Me alegra comprobar que todavía hay quien puede hacer buenas recomendaciones.

Saludos desde Bahía Blanca.

Juan Ignacio dijo...

La recomendación fue mía.

A mí no me alegra que todavía sea el mismo buitre carroñero de honores...

Saludos de nuevo!

AEZ dijo...

Eeeehhhhh, Molina, ¿quién le dice/decía "semillita" al girasol, aparte de usted?

Cuente más sobre la novela, no ortibe.

Abrazo.

Rubia Lulú dijo...

Y a iota lo recomendé yo, of course.

Unknown dijo...

Una novela...
mmm

la funesiana se relame...

Molina dijo...

Bahienses y Lulú: gracias y bienvenidos.

Funes: es cuestión de ponerse a negociar, habrá que superar la oferta de Jorge Herralde.

Abel: nunca le dijeron/dijimos así? en los ochenta tampoco? Bueno, está bien, puede ser que me haya porteñizado un poco, a mi pesar. Ya cambié el título.
En cuanto a la novela, ahí anda, en la lucha. Igual, primero tendrías que ver si no te decepciona el primero. Supongo que habrá que esperar un poco. Creo que a Los estantes, además, todavía le queda un camino de lectores.

Saludos a todos.

Valeria Tentoni dijo...

noooo! Es ciertoo!
otras cosas que le faltan a BUenos Aires y sólo en Bahia:
* los cubanitos verdaderos, de esos que te daba el cubanitero metido en una lata enorme con una moto, con el aparato para poner el dulce de leche dentro del cubanito EN EL MOMENTO. NO saben de lo que se pierden los porteñitos...!
*los caramelos bolones...3 por 10 centavos, enormes...los rojos, sobre todo.
*las mielsitas del parque de mayo.

Juiiira Pipas. No son lo MISMO.