6 de marzo de 2008

HIJAS

(Publicado en la revista Noticias)


De entre todos los crímenes cometidos por la última dictadura militar, tal vez los que dejaron heridas más perdurables en la sociedad argentina sean los de las apropiaciones de bebés de desaparecidos por parte de miembros de las fuerzas represivas. En la lucha diaria que llevan adelante desde los comienzos de la democracia, las Abuelas de Plaza de Mayo han ayudado a que 88 niños y jóvenes recuperaran su verdadera identidad. Pero la realidad indica que ése, para las víctimas, es sólo el primer paso de un proceso mucho más complejo y doloroso. ¿Cómo reacciona alguien al enterarse de que en realidad no es quien cree que es, y cómo logra admitir que las personas que la criaron no sólo no son sus verdaderos padres sino que, muchas veces, son cómplices o responsables de la desaparición de aquellos? Dos posibles respuestas a esta pregunta se manifiestan en los casos de María Eugenia Sampallo Barragán y de Evelyn Vázquez, dos mujeres que nacieron treinta años atrás en campos clandestinos de detención y que tienen visiones diametralmente opuestas con respecto a las personas que intentaron criarlas como propias luego de cambiarles la identidad.

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María Eugenia Sampallo Barragán lleva ese apellido desde el 2001, cuando pudo conocer a su hermano y a sus abuelos biológicos. Hasta entonces, en su DNI figuraba el apellido de Osvaldo Arturo Rivas, el hombre que la había criado como propia junto a Cristina Gómez luego de recibirla, a mediados de 1978, de manos del oficial del ejército Enrique Berthier y el médico militar Julio César Cáceres Monier. Junto a su verdadero nombre, María Eugenia recuperó parte de su historia: hoy sabe que sus padres biológicos se llaman Mirta Mabel Barragán y Leonardo Sampallo y que militaban en el Partido Comunista Marxista Leninista. Ambos pasaron por los centros clandestinos de detención El Atlético y El Banco y continúan desaparecidos. Lo que aún no se pudo establecer es la fecha y el lugar exacto de su nacimiento: es probable que María Eugenia haya nacido en febrero de 1978 en el Hospital Militar.

Tres décadas más tarde, Sampallo Barragán se ha convertido en la primera nieta recuperada en iniciarle una causa judicial a sus apropiadores, con quienes había dejado de vivir en 1999: como integrante de la querella, ha pedido que se los condene a quince años de prisión. En el juicio, indiciado el 18 de febrero pasado, la testigo Olga Norma González, vecina del edificio donde María Eugenia pasó su infancia, dijo haber recibido la información de parte de Gómez de que la niña a la que criaba era hija de desaparecidos. También recordó haber escuchado los maltratos de los que era víctima: "Mocosa maleducada, tenías que ser hija de guerrilleros para ser tan rebelde", le gritó alguna vez a María Eugenia su madre adoptiva.

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Opuesto al de Sampallo Barragán es el caso de Evelyn Vázquez, una mujer que –según las pruebas que han presentado a la justicia los fiscales Luis Comparatore y Patricio Evers– nació en octubre de 1977 en la maternidad clandestina de la Escuela de Mecánica de la Armada y fue apropiada por el suboficial de la Armada Policarpio Vázquez y su esposa Ana María Ferra. Pese a que, en 1999, el mismo Vázquez admitió que no era su padre biológico, Evelyn se negó a hacerse el examen de ADN que confirmaría que es hija de Rubén Bauer y de Beatriz Pegoraro, dos militantes de la Juventud Universitaria Peronista que fueron secuestrados el 18 de junio de 1977. Pegoraro tenía 21 años y un embarazo de cinco meses cuando fue raptada en la estación de trenes de Constitución y recluida en la ESMA.


En el 2003 la Corte Suprema de Justicia avaló la negativa de Evelyn a someterse al examen. Sin embargo, en el 2006 la Cámara Federal porteña dictaminó que en el caso de que siguiera negándose a la extracción de sangre, la Justicia podría secuestrar elementos de uso personal con el fin de recabar material genético. Siguiendo ese veredicto, el pasado 14 de febrero, y bajo las órdenes de la jueza federal María Servini de Cubría, agentes de la Gendarmería allanaron el domicilio de Vázquez y secuestraron un cepillo de dientes, una pinza de depilar y un conjunto de ropa interior que Evelyn había utilizado poco antes en un gimnasio.

Si bien en los últimos años ha modificado la opinión negativa que –influida por su entorno–, tenía de su presunta familia biológica, Vázquez sigue defendiendo y "amando" a sus apropiadores. "No soy una nena caprichosa ni nadie me lavó el cerebro; busco algo que nos deje a todos seguir adelante con nuestras vidas", afirmó Evelyn antes del allanamiento, sin tomar consciencia, tal vez, de que la vida que lleva es muy diferente a la que alguna vez habrán imaginado sus legítimos padres.

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