15 de abril de 2008

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Querido blog:

Ayer, con los pibes del Quinteto, nos sacamos las fotos para el NO. Al final de la sesión, la fotógrafa nos dijo que en la nota también iba a haber “unos escritores jóvenes de verdad, de veinte o veinticinco”. Me acordé de un profesor de literatura de la secundaria: un día, mirando la solapa de uno de sus libros, me di cuenta de que tenía treinta y uno. Yo, que tenía la mitad y lo veía casi viejo, me habría reido si alguien me lo hubiera presentado como “escritor joven”. Ahora yo mismo tenía treinta y uno, y veía cómo la fotógrafa, a su modo, se reía de nosotros. Después, en un bar de San Telmo y a la hora de la merienda, mientras un loco en la mesa de al lado pedía tostadas y café con leche, Oyola le entraba a una ternerita guisada y contaba anécdotas de su gira por España. El Tigre es un gran narrador oral de historias, y sabe editarlas muy bien: se detiene en las cosas que sólo pueden pasarle a él, nunca en asuntos que podrían haberle ocurrido a cualquiera. El loco de la mesa de al lado tenía anteojos negros, escuchaba música a todo volumen en auriculares ochentosos, y con parsimonia y dedicación asombrosas untaba las tostadas con dulce de leche. Del otro lado de las ventanas, a las seis de la tarde de un lunes de otoño, San Telmo parecía el set de filmación de una película del lejano oeste esperando a los extras.

1 comentario:

Julia dijo...

Qué lindo!!! qué lindo! quiero ir a san telmo a tomar la leche!!!!!!!
y no se sienta viejo, don, que como diría mi madre, los tiempos cambiaron.