Querido blog:
Ayer fue uno de los domingos más felices de mi vida: mi hijo se despertó a las ocho, caminó hasta el living, levantó el Página/12 que el canillita había tirado por debajo de la puerta y me lo llevó a la cama. Pero no es que lo tiró así nomás, no: rodeó la cama, se paró junto a mi mesa de luz, me tocó la espalda y me lo entregó en la mano. Después pareció recordar que se le había caído el Radar, y volvió sobre sus pasos para traérmelo.
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1 comentario:
es que lo soborné con caramelitos Molina, tenía que decírtelo...
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