26 de junio de 2008

Entrevista con Pablo Trapero (1)

Hace ya varias semanas, cuando todavía era un periodista formal, fui a una función de prensa de Leonera, la excelente película de Pablo Trapero. Con un par de críticos nos metimos en una sala de un laboratorio cinematográfico de zona norte, y un par de veces tuve que hacer un esfuerzo para que no se me notara la emoción. Esa misma tarde hablé por teléfono con Trapero, que todavía estaba en Cannes, y a los tres días lo entrevisté en su productora de Palermo Viejo. Esta es la versión que salió publicada, y más abajo copio algunas partes del crudo (o semi crudo) de la desgrabación. Habrá una segunda entrega.


...Había ido varias veces al festival de Cannes, pero ir a la competencia, más allá de la alfombra y de la exposición que tiene, fue otro mundo. Fue muy linda la recepción, muy emotiva. Lo lindo es que tiene una sala enorme, de 2500 butacas, y cuando terminó la peli hubo aplausos y gente llorando. Fue muy emocionante, porque generalmente el público del cine no es tan demostrativo, y si una peli no le gusta la matan. Por eso no me esperaba una reacción emotiva.
La película se pasó el primer día de la competencia, y después, en vez de un día, como teníamos pautado, hicimos cuatro días con entrevistas de prensa. Algo que fue caótico pero también buenísimo para la película...

...Producir es muy lindo, desde la producción se definen muchas cosas de una película, desde el formato hasta el tipo de equipos que vas a usar. Me gusta estar siempre cerca de la película. Hacer cine no es sólo escribir y dirigir, también es aprender de tecnología, de sistemas de edición, de posibilidades. Yo entiendo al cine como una cosa global. En cada escena hay cosas que decidir, no sólo el texto y el mundo interior de lo que estás contando, también todo lo que lo rodea...

...Dirigir es entender la historia que querés contar, y a cada una de las personas con las que vas trabajando. En la película actúan presas, chicas que actuaban por primera vez, chicas con experiencia, personal del servicio penitenciario, ex presas. Pensá que Santoro es una estrella de Hollywood y Ragendorfer es un periodista de policiales, a mí me gusta esa mezcla, porque siento que enriquece mucho las escenas...

...Hacer una película no es sólo el momento en que filmás: es la vida cotidiana del equipo y la mía. Es enriquecedor trabajar con gente variada, aprender experiencias de gente que tiene vidas distintas. Las chicas y chicos presos compartieron un universo nuevo para ellos, y fue una manera de devolverle algo a la gente que nos había contado sus historias antes, darle un espacio y un lugar de esparcimiento, sacarlos de su cotidianidad. Esa es una de las particularidades que tiene el cine. La película terminada es una cosa, pero todo lo previo es la vida de lo que hacemos la película, y eso enriquece mucho nuestra vida antes de la película terminada. A mí me gusta esa idea de que el cine no sólo sea la escena o la película, sino que mientras se va haciendo hay muchas vidas que se van modificando o entrelazando. En un rodaje pasa de todo: se arman noviazgos, se pelea gente, se hacen amistades. Yo me conocí con Martina trabajando. Estábamos terminando Mundo Grúa y preparando un largometraje, y nos conocimos ahí. El cine es una actividad muy intensa, puramente emocional, porque estás contando tus sentimientos, tus miedos, tus fantasías, y casi toda la gente que labura en cine tiene esa sensibilidad, esa curiosidad por la comunicación, por conocer gente, historias nuevas. Entonces por un lado va eso que es la vida de todos los días, y por otro lado va el resultado, que es la película...
...A mí me gusta meterme en historias que me van a hacer conocer mundos nuevos, o que van a hacer pensar y generar debates. Cada una de estas historias va dejándote un universo afectivo y emocional muy fuerte. Como cuando te metés en el mundo de la bonaerense, o en las cárceles. No sólo es el hecho concreto de la película como un evento cultural o artístico, sino que todo ese proceso todas nuestras vidas se van modificando y teniendo contacto con realidades muy diferentes...

...Yo siempre tuve muchas imágenes sobre la cárcel, sobre esa falta de libertad. Es muy difícil la vida en un lugar así. Y es más difícil cuando la mayoría de la gente que está en prisión está sin condena, en proceso de prisión preventiva. Porque mucha gente que conocimos está por intento de robo de una bicicleta o algo así, y está hace cuatro años esperando el juicio. La vida de esa persona se modificó para siempre. Y quizás un día le dan una condena de un año. Hay casos de criminales, pero la mayoría de la gente que puebla las cárceles son los “perejiles”, los que cayeron medio de boludos, y eso es muy fuerte, ver cómo muchas vidas se modifican tan violentamente y no necesariamente con un sentido de justicia.
Se sabe que la injusticia genera injusticia, pero fue muy fuerte verlo de esa manera. Y un descalabro social tan grande que hace que las divisiones sociales sean tan enormes, no hace más que generar más injusticia. Vivirlo durante tanto tiempo tan de cerca fue algo muy movilizador para mí, y a medida que me iba involucrando con la investigación y la escritura deseaba que la película pudiera servir como algo más que para ir a Cannes o adonde sea. Con Martina éramos conscientes de que teníamos la oportunidad no sólo de contar una historia sino de abrir un debate sobre una realidad de la que no se hablaba mucho. El intercambio que hubo con los presos, que además cobraron por su laburo, fue muy fuerte. Pasaron cosas como que chicas que estaban en una unidad, al trasladarse por la película, pidieron quedarse en esa unidad...

...A todos nos puede pasar caer presos. Y eso está claro en la película, no fue casual. El universo de Julia es muy diferente al de las demás internas, y ella se incorpora a ese mundo, donde no es tan habitual ver a una chica de clase media, de otra formación, y que por algún motivo tiene que estar ahí.
Y a ella la cárcel la va transformando. Porque, como siempre se dice, la cárcel no regenera sino todo lo contrario: es como una escuela de futuros delincuentes. Y Julia tuvo que aprender rápido, por una cuestión de supervivencia. Y a pesar de que hay una imagen de que la cárcel es todo el tiempo hostilidad, también hay vínculos afectivos y solidarios, surgidos de la necesidad de generar una esperanza todos los días para salir adelante. Hay realidades muy contrastadas, de gente que perdió las esperanzas y se deja estar y de otros que todo el tiempo tratan de buscar algo para renovar el compromiso de despertarse al día siguiente. Todas esas son cosas que no pasan desapercibidas cuando estás cerca. Cada vez que íbamos a filmar a la cárcel nos quedábamos con la cabeza dando vueltas. Espero que la película ayude para que algo pase...

1 comentario:

Cassandra Cross dijo...

Eso es lo que tienen de lindas las entrevistas. Te dejan mucho más de lo que impacta en el papel.

Saludos.