Por cada cosa que se elige hay millones que se desperdician. Un día escuché esa frase al pasar frente a la vidriera de un negocio de artículos de pesca. Otro día, con la frente arrugada, como dándole importancia a mis palabras, le pregunté a un entrevistado si era tímido o vergonzoso. Por suerte él nunca me preguntó cuál era la diferencia entre esos dos términos.
25 de julio de 2008
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