(…)
Dos semanas más tarde llamo por teléfono a Mónica y la invito a salir. No tuve noticias suyas desde que le mandé el email con los cuentos. Vamos a tomar algo a un pub de Barrio Norte y fumamos dos cigarrillos antes de que ella saque el tema.
–Leí los cuentos –dice, aspirando el humo.
–Ahá.
–Están muy bien escritos.
–Hm.
Mónica da otra pitada y me mira directamente a los ojos.
–Pero la verdad es que no sé qué es lo que tienen de especial. Todos los años se publican miles de cuentos como esos. No me parecen para nada originales. Están re bien escritos, ya te lo dije, súper profesionales. ¿A vos te importan esos personajes?
No contesto su pregunta y ella sigue hablando.
–Claro, cómo no te van a importar si escribís sobre ellos. Pero me pregunto por qué me tienen que interesar si a ellos mismos no les importa nada de sí mismos. Son como robots, no tienen sentimientos, ni metas en la vida, nada … Nada que les importe. Yo también fui a un taller literario y entiendo un poco del tema.
–Yo nunca fui a un taller literario.
–Ahá.
Nos quedamos un rato en un silencio un poco incómodo hasta que Mónica vuelve a hablar.
–Yo creo que la vida de la gente tiene que tener sentido. Hay que tener objetivos, algo positivo que nos haga seguir adelante, desafíos para mejorar, ser mejores personas.
–¿Todo eso lo aprendiste en el taller?
–Espero que no te enojes. Por lo menos te fui sincera.
–No, claro.
–Además, ya te lo dije. Están re bien escritos.
–Sí, ya me lo dijiste.
(…)
Fragmento del cuento “Literatura”, del libro Literatura y otros cuentos, de Martín Rejtman (Interzona, 2005)
13 de febrero de 2009
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2 comentarios:
estoy releyendo "los estantes vacios" y me inspira. de repente me encuentro escribiendo igual que vos, ups!
ojo, inspiracion no plagio.
saludos!
re grosso
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