Una noche, a las tres de la madrugada, tras una pelea con su mujer, salió a caminar y subió a un colectivo que pasaba. Ni se fijó cuál era. Viajó solo en un asiento del fondo.
A la media hora bajó en un barrio de casas bajas, lindo pese a que estaba desierto y oscuro. Pasó por la estación vacía; era Devoto.
Planeó caminar hasta el amanecer. Dio vueltas. Se dio cuenta de que no tenía monedas para volver. Hasta que en una esquina vio a alguien conocido bajar de un auto.
Ese tipo también iba solo. Ya de espaldas le había resultado familiar. Cuando se dio vuelta tuvo el impulso de saludarlo. El otro le respondió el saludo, sin inquietarse; era Maradona.
Volvió a su casa a las seis, con la ventanilla del bondi abierta.
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6 comentarios:
Buenisimo.
Qué grosso que sos Molina.
Ger.
el microrelato tuitero es propiedad registrada del compañero molina!
Y dónde consiguió monedas para volver? O llevaba tarjeta SUBE?
Gracias, Julia, Ger y Bruja.
Abelardo: en la elipsis.
Pero el que volvió en el Bondi seguro era Maradona, y no el protagonista. Así la historia se complica.
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