13 de julio de 2009

Por un momento me puse contento: pensé que iban a pedirme una retractación en público

(...) De un tiempo a esta parte, la situación política y cultural, los presupuestos productivos y los pactos de lectura se modificaron, pero las subjetividades narrativas no parecieron acompañarlos. Una de las novelas de la llamada Nueva Narrativa Argentina que más reseñas y comentarios alcanzó, Los estantes vacíos (Ignacio Molina, Entropía, 2006), participa tanto de esa promoción del realismo revisitada durante los últimos años como del protocolo de enunciación noventista: distintos personajes recorren barrios bien determinados de Buenos Aires a pasos retraídos e inexpresivos y excluyen toda valoración. La repetición de esa fórmula demuestra que Raymond Carver no tiene demasiado que ofrecernos en estos vitales años 2000 (...)

¿”Protocolo de enunciación noventista”?, ¿”fiesteros y drogones en público”?, ¿”pasos que excluyen toda valoración”?...
¿De qué hablan estos pibes?... No tengo el mail de ninguno de los iluminados de la crítica que firman estas líneas como para preguntarles si realmente quisieron decir lo que dijeron (si es real que, como me dicen por ahí: “el artículo está deseoso de vincular cierta literatura, en donde entran Los estantes vacíos, con el neoliberalismo de los 90's”) pero empezaría por aclararles que ese es un libro de cuentos y no una novela (lo que es lo mismo que indicar que la crítica que se le hace a una obra debe surgir de la lectura exhaustiva de la mismo y no del pispeo oblicuo de las reseñas que otros hacen de ella).

2 comentarios:

AEZ dijo...

Falta la traducción, onda "Artaud para millones". O una buena pepa y la nariz de yosapa.

Nan dijo...

Las gentes de la revista planta suelen fumarse una ídem antes de ponerse a escribir