26 de agosto de 2010

"La extrañeza de lo cotidiano"

(Diego Rojas leyó Los modos de ganarse la vida y la reseñó -calificándola con cuatro zapatitos sobre cinco- para la revista Veintitrés)

Primera y notable novela de Ignacio Molina

La vida es esa construcción que se realiza día a día, noche a noche, en la que el paso del viento de la historia o el acto que marca a los héroes forman parte de lo excepcional, del acontecimiento que se realiza como tal sólo mediante la delimitación del rito de lo cotidiano. Sin embargo, toda vida es excepcional. Así lo demuestran las páginas de Los modos de ganarse la vida, primera novela de Ignacio Molina, que se detiene en la cotidianidad de sus protagonistas: jóvenes que avanzan –o que ya ingresaron, pero de todas maneras no lo podrían asegurar– hacia la madurez que requiere la vida adulta, que realizan ese avance sin estridencias, tal vez sumergidos en el tedio. Sin embargo –y a diferencia de cierta literatura actual que, para describir el tedio, lo hace a través de páginas tediosas–, la rutina de los personajes se nutre de la vitalidad de los detalles de tal modo que cada acto, por pequeño que sea, se transforma en un núcleo narrativo muy dinámico. El texto se estructura a través del relato en primera persona de un joven oficinista sumergido en una vida de pareja que no puede disimular su crisis –aunque lo intente–, una voz que no sólo acierta en definir cada parcela de su circunstancia a través de una ágil y la vez obsesiva descripción, sino que atrapa en la narración de la habitualidad. Un intermedio –no tan logrado– interrumpe a esa voz con otro relato de la vida cotidiana de una pareja amiga para regresar en la última parte a la cotidianidad del protagonista central. Molina acierta a la hora de que lo no dicho se convierta en una parte activa de la narración y permite que el relato urbano de la rutina adquiera esplendores de una aventura suave y sencilla, como la vida.

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