12 de julio de 2011

Al macrismo el discurso de la anti política le ha resultado terriblemente eficaz. Macri es capaz de decir enojado en una entrevista: "me estás preguntado demasiado sobre política"; no va a un debate aduciendo algo absurdo como que "se va a transformar en un acto político"; si unos pibes toman una escuela dice "es un problema político"... siempre "política" como sinónimo de mala palabra. Y Macri no es tan boludo como para no entender el significado intrínseco de la palabra política, pero está muy bien asesorado y se da cuenta de que esto le funciona a la perfección. Y la respuesta de casi la mitad de los votantes porteños a eso es lo más decepcionante. Porque muchas veces se dice que el kirchnerismo "nos devolvió la política" o que nos hizo ver que "la política no es una mala palabra", y en alguna medida eso es cierto, pero ese "nos" en realidad incluye a un segmento muy reducido de la población. Hay otro segmento, muchísimo más grande, que ni siquiera puede llegar a plantearse algo así, un núcleo duro al que es imposible penetrar con esas ideas (y que, por otro lado, usufructúa las eventuales mejoras en sus condiciones materiales que le posibilita el gobierno nacional para votar tranquilamente contra los partidarios de ese mismo gobierno a nivel local -Lo mismo aprovecha el macrismo: sin bonanza económica general ya no podría ir por su segundo mandato municipal). Eso es lo más complicado y decepcionante de todo. (Además es difícil plantear esto porque se entra en un terreno pantanoso en el que te pueden acusar de adherir al voto calificado o de no se respetuoso con la voluntad popular o de sentirte parte de una vanguardia iluminada..) Y el cambio cultural que debería producirse para modificar eso es, a esta altura, más que utópico.

1 comentario:

gustavo dijo...

Quizá porque gracias a los K la palabra política empezó a significar todo lo que no nos gusta: los subsidios, el clientelismo, el verticalismo de los líderes iluminados ("EL", "Ella"), la estafa de Schoklender, los patéticos del Inadi peleándose por robarse la caja, el conglomerado mediático paraoficial (y sus millonarios recientes, los nuevos sushi-boys, los Gvirtz y compañía), los que cobran cifras obscenas en Canal 7 para hacer programas que miden décimas de punto, Horacio González pidiendo que no dejen hablar a Vargas Llosa.
Algunos no queremos política, nos alcanza con un poco de gestión y que no nos jodan mucho la vida.