Hoy, cuando lo llevaba al jardín, Fausto me preguntó: “¿por qué todos los días ayudás a alguien?”
“¿Todos los días ayudó a alguien?” “¿A quién ayudo?”
“A todos: a mí, a los papás, a las mamás, a los nenes”.
“No entiendo... pero vos también todos los días ayudás”.
“Pero no soy alto como vos”, me hizo la seña de que dejara de caminar, estiró un brazo y dijo “mirá, vos sos más alto y ayudás a todos”.
Más tarde, en la estación, cuando vi acercarse al tren, sentí que si me paraba en las vías podría frenarlo con un solo dedo.
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11 de agosto de 2011
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1 comentario:
Se puede pedir mayor fuerza-energía que las que nos entregan nuestros hijos con estas palabrasinyecciones?
Me emocioné.
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