3 de enero de 2012

Ayer, en el centro de Bahía, un conocido de mi viejo me preguntó, no sé por qué, “¿vos sos psicólogo?”. Supongo que por eso, a la noche, cuando en la terminal de ómnibus un tipo muy pesado se puso a hablarme (de la fortuna de los Kirchner, de la pésima campaña de Olimpo, de que me convendría vivir en Bahía, de que en Buenos Aires te roban en cada esquina “y tenés que agradecer si además no te fifan a tu mujer”, del “hijo de puta” del intendente que se fue antes de asumir, etc.) y me preguntó por mi profesión, yo le mentí “psicólogo”. Lo malo fue que entonces él me habló del “trastorno obsesivo bipolar” que le dio a la hija de un amigo suyo cuando el novio la dejó, quiso saber mi opinión profesional y yo tuve que empezar a inventarle, con cara de psicólogo, un speech sobre esa patología. Por suerte enseguida anunciaron a nuestro micro por los altoparlantes y no me tocó viajar a su lado.

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