22 de marzo de 2012

Esta mañana, en el tren,

vi cómo, desde el laberinto de un paso a nivel, un gordo tiraba una piedra que enseguida sentí golpear contra la chapa. También vi a un loco que pasaba por el vagón con los pantalones bajos, gritando “estos pendejos de mierda” y simulando que le pegaba patadas voladoras a los pasajeros. Y antes de bajar escuché que un pibe le decía a una chica: “¿Qué hacés por acá? ¿Seguís viviendo allá en Ciudadela y laburando en el Centro? No te vi más conectada y suerte que te cruzo ahora; siempre pensé en llamarte para ver si te habías muerto en el accidente de Once pero se me fueron pasando los días”

3 comentarios:

lou dijo...

Brillante.

Juan dijo...

gran mañana

Pablo dijo...

Registralo, no lo quemés en el blog. Ya me imaginé toda una novela apocaliptica, o postapocalíptica con eso. Pero no al escribiría como vos.