7 de diciembre de 2012

En las redes sociales, al igual que en los medios, suelen crearse realidades paralelas. Trabajo a una cuadra del shopping Dot. Ayer, cuando empezó a correr la noticia de que había “saqueos en el Dot”, entré a Twitter y vi que decenas y decenas ya estaban tirando sus versiones de los hechos como si estuvieran en el lugar. Y muchos, muchísimos de ellos, parecían encantados con la posibilidad de que
esa fuera la primera chispa que desatara un incendio de saqueos a lo largo y ancho de la ciudad y el conurbano. Algunos, incluso, citaban supuestos textuales de los saqueadores: “nos morimos de hambre, la asignación universal no alcanza, venimos a llevarnos todo…”, y cosas por el estilo. Un rato más tarde, en la parada del 28 sobre la General Paz, pude charlar bajo la lluvia con algunos empleados del Dot que, como yo, esperaban el colectivo. La versión que contaban, como testigos directos, no incluía hordas hambrientas ni saqueos en masa. La situación fue otra. Cada vez que caen cinco gotas, las calles internas y las casas de Villa Mitre (un barrio de casas precarias que ocupa unas cinco manzanas y cuyo borde más cercano a la General Paz está ubicado a unos cien metros de terreno en declive del Dot) se inundan en veinte minutos. Esto se debe, dicen los vecinos, al sistema de desagüe del shopping que desagota directamente hacia el barrio. Por eso ayer a la tarde, cansados de la situación, unos treinta decidieron hacer una manifestación en las puertas del shopping. Y cuando algunos quisieron entrar para hablar con las autoridades, los guardias de seguridad intentaron cerrar las puertas y eso provocó empujones y forcejeos. Eso derivó en que los encargados de muchos locales, asustados “por los negros que entraban”, cerraran sus negocios. Y eso generó que algunos empleados y clientes empezaran a los gritos y las corridas. Y si de parte de los vecinos hubo roturas en un puesto del supermercado del shopping, fue debido a esa histeria y a la impotencia generada por su situación y no a un plan de saqueo general o robo en masa. Esos fueron los hechos. En el resto del día no hubo saqueos en otros lugares ni estado de sitio en todo el país. Lo lamento por aquellos (como el opinólogo de derecha Esteban Schmidt, que había twiteado: “el gobierno opera a cuatro manos para minimizar los saqueos en el Dot…”) a los que les hubiera gustado que este incidente vecinal se transformara en una gran revuelta popular decembrista que desestabilizara al gobierno-populista-mafioso. Lo lamento por ellos: no hubo balas, ni sangre, ni muertos, ni helicópteros.

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