13 de noviembre de 2006

Aquiles

Cuando se enteró de que yo era de Bahía Blanca, Ovidio dejó pasar unos segundos y me dijo que él conocía a una mujer que tenía un hermano que había jugado muchos años en Olimpo pero que ahora no podía recordar su apellido.

Estábamos sentados a la sombra en el fondo de su casa en Avellaneda, haciendo la digestión de los tallarines domingueros. Hasta esa zona –pujante hasta el comienzo de la tiranía militar– habíamos llegado con Melina y con el bebé para que lo conocieran sus tío-abuelos lejanos.

Un rato más tarde, cuando volví de hacer dormir a Fausto en la habitación más fresca y silenciosa de la casa, Ovidio me sirvió otro vaso de vino y esperó a que se hiciera un silencio en la conversación para gritar:

–¡Oviedo!

–¿Qué decís? –preguntó su mujer.

–Oviedo, se llama el que jugaba en Olimpo –dijo ya un poco más tranquilo, y con la mirada me preguntó si lo ubicaba.

–Claro que lo conozco. Bah, si estamos hablando del mismo, lo conozco. Es un histórico, jugó toda la década del ochenta, en los torneos regionales y en el Nacional B . . .

Ahora el problema lo tenía yo: con el nombre de pila, podría llegar la confirmación definitiva de que nos estábamos refiriendo a la misma persona. Mirando las figuras que las sombras y el sol dibujaban en el patio de tierra, y fingiendo prestarle atención al transcurso de la charla, me quedé varios minutos callado intentando recordar.

Con la tarde ya avanzada escuché cómo Fausto se despertaba llorando, y, mientras caminaba hacia el interior de la casa, tuve una especie de iluminación. Lentamente, como pidiendo permiso, vino a mi cabeza una música con sonido de AM que, durante casi veinte años, había estado durmiendo en un lugar recóndito de mi memoria: "Raúl Daniel Schmidt, José Ramón Palacio, Manuel Cheiles, Alfredo Aquiles Oviedo . . . ", y casi al trote fui a alzar al bebé para volver sobre mis pasos.

–¡Alfredo Aquiles! –dije a los gritos, sin temor al ridículo, cuando volvimos al fondo.

–¡Seguro, Aquiles se llamaba el padre! –gritó Ovidio señalándome con un dedo, y yo, tal vez por la coincidencia, por la nostalgia del recuerdo, por el sopor que me habían dado el calor y el vino, o por la risa que me devolvía Fausto en ese momento, no pude evitar emocionarme.

5 comentarios:

Mastronardi dijo...

Y yo iba a la escuela primaria con la hija de Montenegro, que, si mal no recuerdo, jugaba en Olimpo, cuando se mudaron a Bahia. Grandes recuerdos me trajo el día de hoy, Molina.

Anónimo dijo...

Que cosa Molina, sus relatos le imprimen aún más nostalgia a los ya melancólicos domingos. Brindo por eso.

Loyds dijo...

tengo un amigo que en una época recitaba de memoria las formaciones de todos los equipos de primera, después, por supuesto, no se acordaba de ninguna otra cosa
salu2

Anónimo dijo...

Aquel equipo era un clasico 4 3 3: el arquero no lo recuerdo (puede ser un tal fernandez) atras el negro torres, florit, el goma suares y cheiles, en el medio el mencionado oviedo, fredes y dipietri, adelante funes, el ruso shcmidt y el gallego jose ramon palacio. DT: Eduardo Grispo

Anónimo dijo...

me llamo esteban ,
sos de bahia blanca toi enamorado de las jugadas de alfredo oviedo ,
siempre he querido un autografo de el , i quisiera conocerlo ,
saludos
estu :D