8 de mayo de 2007

Campo

El fin de semana estuvimos en un campo de la zona de Nueve de Julio. Mi mujer y el bebé viajaron el viernes a la tarde. Esa fue la primera noche que pasé lejos de ellos después de ocho meses. El sábado, antes de subir a la combi, conocí a mi ocasional compañera de ruta: una chica de diecisiete años que volvía a Bragado luego de haber visitado a sus hermanas mayores. Conversamos durante buena parte del viaje, y cuando se bajó –por atender a la persona que me pedía que dejara libre el pasillo– no pude saludarla como correspondía. Supongo que si en la charla no hubiera salido el tema del blog ese detalle me habría provocado un sutil malestar, pero como ella había anotado la dirección en su teléfono pensé que tendría el consuelo de poder escribir estas líneas.

Bajé en la ruta. Melina me esperaba con el bebé y los padres de su amiga en el nacimiento de un camino lateral. Al reconocerme, Fausto gritó y estiró los brazos para tirarme del pelo. Al día siguiente visitamos los pueblos vecinos, salimos a caminar y nos sacamos fotos con las ovejas y los caballos. Hace un tiempo escribí un proyecto de cuento que podría haber estado escenificado en ese mismo lugar. El dueño de casa nos mostró las instalaciones, hizo un asado y me enseñó a hacer huevos fritos a la parrilla. La noche anterior, mientras comíamos, él había sido claro al delimitar su posición:

–Soy rosista, oligarca, conservador, militarista y gorila –me dijo, con ese tono de voz.

Bueno, pensé, al menos de corrección política no se lo puede acusar.

8 comentarios:

Tatiana dijo...

Si, igual lo de Rosista no pega mucho con todo lo que viene despues. Bah, es mas como un chliche decir: rosista, hirigoyenista, peronista. Pero calculo que hay gustos para todo

Anónimo dijo...

Molinex,

cómo se hacen los güevos a la parrilla?

Atte.

Ulschmidt dijo...

brutal sinceridad de nuestro hombre campero !

Anónimo dijo...

Amigo Obelix: Yo también hice esa pregunta, asombrado. Pero después me enteré de un detalle explicativo: la intervención del morrón o ají rojo. Es fácil: cortas el morrón al medio y a lo largo. Le sacás toda la pulpa o la parte amarilla de adentro con un cuchillo. Unos minutos después de poner la carne en la parrilla, ponés esas mitades ahuecadas mirando hacia arriba, acomodándolas bien sobre los fierritos para que no se bandeen. Ponés un buen chorro de aceite en cada hueco. Cascás un huevo y lo metés ahí, después sal y pimienta, y esperas un largo rato hasta que el huevo quede medio poyé (o poshé). Es un buen acompañamiento para la nerca.

Deep y Ulschmidt, saludos.

Anónimo dijo...

Molinex,

Picarón. Ya conocía el método del güevo adentro del morrón. Pensé que hablabas de alguna técnica misteriosa y desconocida !

Me encanta el morrón a la parrilla. Cuando morfo asado casi no le entro a la ensalada. Prefiero pan, cebollas y morrones.

Atte.

Anónimo dijo...

Biciman: yo también pensé en algo misterioso, pero parece que en cuestión de gûevos ya está todo dicho, los milagros no existen.

Y ya había dado por descontado que te sabías lo del morrón (a un sibarita esas cosas no se le escapan), pero me gustó escribir el comment.

Sobre todo en invierno, la ensalada clásica casi no da. Además de la cebolla y el morrón, lo que garpa mucho es la papa o batata al plomo.

Anónimo dijo...

oh, no me hables de papas y batatas !

ahora me voy a almorzar con Pau: carne al horno con papas !

Anónimo dijo...

Estos comentarios me abrieron el apetito...