Anoche, mientras escribía en silencio, escuché el ruido de un helicóptero. Pensé en mirarlo desde el balcón pero la persiana ya estaba baja. Esta mañana, mientras le daba la mamadera a mi hijo, vi la noticia por televisión: había habido un intento de robo, con tiroteo y policías heridos, a la vuelta de mi casa.
Un móvil transmitía en vivo desde el lugar de los hechos. A través de la cámara el barrio se veía diferente al que yo podía ver desde la ventana, como si fuera un recorte amplificado de lo que es en realidad. Hasta los detalles más familiares se veían distorsionados. Supongo que la sensación es parecida a la que uno tiene al ver ciertas fotos, escuchar su propia voz grabada o mirar filmaciones en las que aparece: ese que está ahí vengo a ser yo, piensa uno en esos casos, pero no se parece en nada a la idea que tengo de mí.
En cuanto al aborto del robo hubo versiones encontradas: el hombre que había sido encañonado dijo que una vecina había llamado a la policía, y, por otro lado, el comisario afirmó que un "móvil que patrullaba el lugar" había visto movimientos sospechosos "frente a la finca" y había "actuado con rápida prontitud". Cuando el conductor del noticiero se refirió al barrio como "Palermo Hollywood" tuve que cambiar de canal, un poco indignado, y al ver la noticia por Crónica TV el humor me cambió: firme junto al pueblo, este movilero no sólo no hacía mención a ese término ridículo, sino que a esta zona de la ciudad la llamaba "Colegiales".
(Y hablando de eso, como para ir calentando el ambiente: la semana pasada, en las oficinas de Entropía, me enteré de que ya se viene el –hasta ahora conocido como–"libro de los barrios", una antología, compilada por Juan Terranova, que cruza a casi treinta barrios porteños con la misma cantidad de autores argentinos nacidos en los años setenta y principios de los ochenta. El barrio en torno al cual girará mi texto es, por supuesto, Colegiales)
11 de mayo de 2007
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2 comentarios:
1985
1985??
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