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Hay algo que me conmueve en esa lógica de los juegos solitarios. En esas leyes de uno mismo para uno mismo, que no se pueden romper porque si se rompen se termina el juego. Eso debe ser le ética. Así me gusta pensar la escritura, la mía en particular y la del universo de escritores en general: como un mapa de juegos solitarios que se cruzan, se tocan, se encuentran. Escribir es un juego solitario, una aventura personal, lo cual no quita nada de la existencia de la literatura en el mundo real, ni le roba un ápice de presencia militante: al contrario, la militancia se ensancha cuando cada uno escucha de verdad lo que le dicta su historia y así compone su ética, desde una separación consumada (inevitable también) y sólo entonces puede encontrarse, si el azar y la revolución lo permiten, con los otros.
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4 comentarios:
qué onda el club med ahí!?
molina, me vendés todas las felicidades del mundo?
haberlo sabido!
Ja, viste es un canje súper grosso!
ah no, y los huggies?
esto es increible
revolucion a la izquierda y club med a la derecha
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