29 de abril de 2009

4 segundos

4 segundos no sólo es una web sobre comics; también es una web de comics. La doble preposición indica que en ella no sólo se brinda información sobre el mundo de la historieta; también se ofrece la posibilidad de descargar en pdf los mejores comics argentinos de los últimos años. Entre ellos, figura el que le da nombre al sitio: 4 segundos, una historieta editada por el efímero sello Pipabang entre 1999 y 2000, compuesta por los muy jóvenes Alejo García Valdereana y Feliciano García Zecchin (ambos, guionista y dibujante, tenían menos de 25 años cuando la realizaron), que narra una suerte de sitcom gráfica protagonizada por cuatro amigos que “siempre llegan tarde para ser primeros”, y que a lo largo de los siete números que alcanzó a publicar cosechó una interesante legión de fanáticos. Tanto fue así que, al notar cómo crecía el mito en torno a la historieta en la medida en que los ejemplares de las revistas se hacían cada vez más inhallables, la editorial Ivrea decidió recopilar en un libro, el año pasado, los siete números de la serie junto al fanzine en blanco y negro que funcionó como número 0. A ese clima también parece haber respondido 4 segundos comic blogs, sitio que está online desde octubre pasado y que también facilita la lectura de otras cuatro series de comics realizadas con posterioridad por el escritor García Valdereana (autor a su vez de Conductores suicidas, novela prologada elogiosamente por Roberto Fontanarrosa) en dupla con diversos dibujantes. Para los lectores de esta página su atractivo no concluye en la lectura: aquellos que además dibujen tienen la posibilidad, a través de la sección Sábados Abiertos, de dar a conocer sus obras. Sólo debe enviársela a los administradores, y esperar a que sea subida durante todo un sábado a la web.

4 Segundos se encuentra en www.4segundoscomics.com

1 comentario:

lowfirocker dijo...

Yo leía 4 Segundos, y recuerdo la ansiedad que producia entre mis amigos (que era la unica historieta que leían) la salida de cada nuevo número.

Como siempre, las buenas historias, los buenos diálogos, son todo. O casi todo.

Abrazo, Molina!