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Los colores. Todo se trata de los colores. Yo amo tus colores. Puros. Planos, sin sombras ni degradés. Tus colores no tienen vueltas. Los estoy viendo ahora, mientras escribo, colgados en un cuadro arriba de mi escritorio. Cuando es violeta, es violeta. Cuando es rojo, rojo. Cuando naranja, naranja. Cuando verde, verde. Nada de andar mezclando, de confundirse. Lo mismo pasa con las líneas: definidas, firmes, seguras. Detallistas tus líneas. Prolijas. Bueno: yo soy de los otros. No presto atención ni al color de mis medias ni a abrocharme los botones. Tengo una orilla marrón, revuelta, mezclada con la arena. En la superficie brilla la espuma, sobre todo cuando me mueve el viento. Y si hay sudeste me golpeo, me vuelvo loco, desatado, una parte verde y otra negra. A veces me ves celeste. A veces, pocas veces, soy mi amado azul, reflejo el sol y me quiero. Pero me quiero pocas veces.
Como sea, tengo una mala noticia para darte: en el fondo, aunque quiera, no soy esos colores que tenía hasta recién. Allá, en lo profundo, siempre estoy oscuro y soy este mar que ves ahora.
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12 de mayo de 2011
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1 comentario:
es tuyo?
uff, también me encantó.
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