"Dora, Milka, Beatriz y Susana caminaban tranquilas por un sendero del bosque, cuando Dora señaló asombrada a un costado."
Así empieza Berazachussetts, la novela de Leandro Avalos Blacha ganadora del premio Indio Rico (con jurado compuesto por Pauls, Aira y Link) y publicada por Entropía (con editing de GC, VC, JMN y SMD), y debo confesar que en la noche en que Valeria me dio un ejemplar, durante la presentación de Objetos Maravillosos, fui bastante prejuicioso: llevado por ese "sendero" de la segunda línea, fruncí el ceño cuando alguien me preguntó qué onda la novela. Claro que a la mañana siguiente, cuando empecé a leerla en mi casa, tuve que cambiar de opinión enseguida. Berazachussetts es una gran novela. Y conste que digo esto sin ser demasiado adepto a lo aireano ni a lo fantástico en ninguna de sus variantes. Pero el de Avalos Blacha es un libro, sin partes ni capítulos, que con el correr de la lectura no deja de sorprender por su astucia, su delirio y su ritmo arrollador que nunca decae.
Lo que ven las cuatros amigas que caminan por los bosques de Berazachussetts en la primera página es una gigantesca mujer semi desnuda llamada Trash, una zombie punk que en algún momento de la novela va a encabezar un alzamiento popular en Berazachussetts. Una rebelión de zombis que va a cambiar el orden social de la ciudad y que va a influir en las aledañas Solanópolis, Ciudadelhi, Caraza Village, Guayaquilmes, Pehuajóllywood, Boedimburgo, Lomas de Zambia, Longchamps Elysée y Cambollaneda, entre otras.
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"¿Quién va a asumir el poder?, ¿vos?" Constantino dejó a un lado la cabeza de pingüino que mordía para responder: "Una asamblea de representantes barriales de cada partido de Berrazachussetts. " Trash le pasó la botella de Rutini que había robado de una bodega del country. "Pensé que iban a revivir a esa Evita que tanto idolatran." "La nueva Evita vas a ser vos." Constantino le dio un beso rápido y se puso de pie. Los niños zombies pedían caprichosos más pingüinos, pero ya se habían devorado a todos. Unos jugaban en las hamacas, en las instalaciones del country. La pileta estaba roja por la sangre. Las zombis se despejaban armando un partido de voley con la cabeza de una respetada paisajista. Era, además, una respetada alumna de un curso de Filosofía. Comenzaba a aclarar.
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Así empieza Berazachussetts, la novela de Leandro Avalos Blacha ganadora del premio Indio Rico (con jurado compuesto por Pauls, Aira y Link) y publicada por Entropía (con editing de GC, VC, JMN y SMD), y debo confesar que en la noche en que Valeria me dio un ejemplar, durante la presentación de Objetos Maravillosos, fui bastante prejuicioso: llevado por ese "sendero" de la segunda línea, fruncí el ceño cuando alguien me preguntó qué onda la novela. Claro que a la mañana siguiente, cuando empecé a leerla en mi casa, tuve que cambiar de opinión enseguida. Berazachussetts es una gran novela. Y conste que digo esto sin ser demasiado adepto a lo aireano ni a lo fantástico en ninguna de sus variantes. Pero el de Avalos Blacha es un libro, sin partes ni capítulos, que con el correr de la lectura no deja de sorprender por su astucia, su delirio y su ritmo arrollador que nunca decae.
Lo que ven las cuatros amigas que caminan por los bosques de Berazachussetts en la primera página es una gigantesca mujer semi desnuda llamada Trash, una zombie punk que en algún momento de la novela va a encabezar un alzamiento popular en Berazachussetts. Una rebelión de zombis que va a cambiar el orden social de la ciudad y que va a influir en las aledañas Solanópolis, Ciudadelhi, Caraza Village, Guayaquilmes, Pehuajóllywood, Boedimburgo, Lomas de Zambia, Longchamps Elysée y Cambollaneda, entre otras.
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"¿Quién va a asumir el poder?, ¿vos?" Constantino dejó a un lado la cabeza de pingüino que mordía para responder: "Una asamblea de representantes barriales de cada partido de Berrazachussetts. " Trash le pasó la botella de Rutini que había robado de una bodega del country. "Pensé que iban a revivir a esa Evita que tanto idolatran." "La nueva Evita vas a ser vos." Constantino le dio un beso rápido y se puso de pie. Los niños zombies pedían caprichosos más pingüinos, pero ya se habían devorado a todos. Unos jugaban en las hamacas, en las instalaciones del country. La pileta estaba roja por la sangre. Las zombis se despejaban armando un partido de voley con la cabeza de una respetada paisajista. Era, además, una respetada alumna de un curso de Filosofía. Comenzaba a aclarar.
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3 comentarios:
al final ud. es como los que cuentan el final de una película...
saludos molinette
Una Maravilla!!!
bene
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